Por Luis Rodríguez
Quivicán.- Es normal que las redes se enciendan con esta tragedia. Es lo propio de la fama: así como se les exige, así también se les ama. Está en nuestro subconsciente, crecimos observando y aprendiendo de los demás.
Tuve un yerno que se hizo los mismos tatuajes del Taiger. Y es extraño, no sé por qué nos importa tanto imitar lo que compran o lo que hacen las celebridades, más que el talento que les dio la fama.
En una ocasión, abrí la página de una revista digital, en la portada decía: «No te lo pierdas, la hija de Cristiano Ronaldo confiesa qué desea ser cuando sea grande».
Taiger, hoy, no puedo orar por ti. Hay alguien a quien amo profundamente y se encuentra debatiéndose también entre la vida y la muerte. Esta persona es prioridad en mi ser. Dios conoce nuestros corazones, así que no puedo ser hipócrita.
Amigo, ella está muy malita, igual la hirieron (una puñalada por la espalda, según cuentan). Muchos de sus miembros están presos en oscuras celdas, y su cabello canoso muere de hambre.
Sí, ella es Cuba. Oro por Cuba. Y, cuando digo, Cuba, ahí estás tú, amigo Taiger.