LLEGAR AL PACÍFICO, EL PRIMER HITO DE LA VUELTA AL MUNDO DE MAGALLANES

CURIOSIDADESLLEGAR AL PACÍFICO, EL PRIMER HITO DE LA VUELTA AL MUNDO DE MAGALLANES

Tomado de MUY Interesante

Tras los repetidos rechazos del rey portugués, Fernando de Magallanes convenció al monarca español Carlos I para que apoyara su arriesgada empresa de circunnavegar por vez primera el globo. El primer gran objetivo de la expedición fue alcanzar el océano Pacífico

Madrid.- Comandada por un luso, pero con bandera española, una expedición compuesta por cinco barcos y 260 tripulantes partió en septiembre de 1519 de las costas gaditanas con la intención de lograr una hazaña nunca vista: circunnavegar el planeta atravesando tres océanos. El primer gran objetivo era alcanzar el Pacífico a través de un estrecho que Magallanes había imaginado pero que, a medida que se alargaba la travesía, parecía no existir. Finalmente, la suerte sonrió al portugués.

Magallanes y Elcano

Fernando de Magallanes (1480-1521), inició la gesta, pero cayó en la batalla de Mactán (Filipinas). Fue el vasco Juan Sebastián Elcano (1476- 1526) quien la concluyó. Foto: Carlos Aguilera.

De Sanlúcar al fin del mundo

Los pilotos voceaban órdenes en el puerto de Sanlúcar de Barrameda para las primeras maniobras de la travesía en la desembocadura del Guadalquivir: “Soltad el cabo del trinquete, en nombre de la Santísima Trinidad, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, tres personas en un único y verdadero Dios, que estén con nosotros y nos concedan un viaje bueno y seguro, y que nos trasladen y nos devuelvan a nuestros hogares”.

Así se iniciaba la ruta de las cinco naos componentes de la que se llamó Flota de las Molucas, en Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519. La marinería desconocía el objetivo exacto de la expedición. Magallanes pensaba que, de saberlo, lo hubieran encontrado imposible y peligrosísimo, por lo que la rebelión sería un riesgo constante. La tradición secretista de los navegantes portugueses también tenía mucho que ver: guardaban con gran celo todo aquello que tenía que ver con rutas, mapas, instrumentos de orientación y otros aspectos que les permitieran mantener su ventaja como los mejores marinos del mundo.

Flota de las Molucas

De Sanlúcar de Barrameda partió el 20 de septiembre de 1519 la Flota de las Molucas: una carabela (la Santiago) y cuatro naos (la Trinidad, la San Antonio, la Concepción y la Victoria). Foto: Getty.

Además de reserva, Magallanes mostró autoritarismo. Exigió a los capitanes de las otras naos que cada día le rindieran cuentas acercando sus embarcaciones a la capitana, la Trinidad, en lo que sin ninguna duda era también un gesto de afirmación de un líder que, al fin y al cabo, era extranjero y estaba rodeado de una tripulación mayoritariamente española. La semilla de la discordia empezó a crecer pronto en la flota por estos comportamientos del capitán.

 También es cierto que Magallanes tenía sus razones para actuar así. Cuando arribaron a su primera escala, las islas Canarias, el 26 de septiembre, recibió informaciones de que el rey portugués había ordenado zarpar nada menos que a dos flotas de carabelas para interceptarlo. Así que redujo el tiempo de estancia en Canarias y zarparon a medianoche el 3 de octubre. Además, a la altura de Cabo Verde no ordenó virar hacia el oeste mar adentro, como resultaba habitual, sino que marcó rumbo más hacia el sur costeando África occidental, esperando así despistar a sus perseguidores.

Primer motín abortado

Uno de los capitanes españoles le preguntó la razón y desafió sus órdenes. Era Juan de Cartagena, de la nao San Antonio. Magallanes sabía ya que su autoridad podía ser puesta en un brete porque en Canarias, además del informe oficial sobre la persecución portuguesa, había recibido otro mensaje, este de carácter secreto, enviado por su suegro, el sevillano Diego Barbosa (Magallanes había contraído matrimonio con su hija Beatriz). Le advertía de que los capitanes españoles preparaban amotinarse a la menor ocasión.

Así que el portugués puso en su sitio a Cartagena ante su asomo de insubordinación. “Limitaos a seguirme y no hagáis preguntas”, le contestó.

Ruta Vuelta Mundo

La ruta de la Vuelta al Mundo de Magallanes y Elcano. Foto: Carlos Aguilera.

La trayectoria sur no resultó fácil. Primero el tiempo empeoró y se enfrentaron a galernas durante sesenta días; luego, al aproximarse al ecuador, llegó la calma chicha característica de estas latitudes y apenas avanzaban. Crecía el malestar, de forma que, en una reunión de capitanes, Cartagena, seguramente concertado con otros, anunció que no obedecería las órdenes de Magallanes.

Este se encontraba alerta. En la reunión irrumpieron de repente dos de sus hombres más fieles, su hijo ilegítimo Cristóvao Rebelo y Duarte Barbosa, y detuvieron a Cartagena. Este gritó a otros dos capitanes españoles, Gaspar de Quesada y Luis de Mendoza, comandantes respectivamente de la Concepción y la Victoria, que apuñalaran a Magallanes. No se atrevieron a actuar, y el levantamiento quedó abortado.

Cartagena fue relevado del mando de la San Antonio –que pasó provisionalmente al contable de la flota, Antonio de Coca– y confinado en la Victoria. Conjurado el peligro, Magallanes puso rumbo al oeste en cuanto aparecieron los vientos alisios, lo que ocurrió a principios de noviembre. Se adentraron en el Atlántico con destino a Río de Janeiro. La corriente Ecuatorial del Sur –cuya existencia desconocían– les empujó más al norte de su objetivo y el primer punto de América que vieron fue el cabo de San Agustín. Al puerto de Río llegarían el 13 de diciembre de 1519.

Amotinados arrodillados ante Magallanes

A Magallanes no le tembló la mano aplicando castigos e imponiendo su autoridad. Arriba, en una ilustración, los participantes en un motín le juran obediencia de rodillas. Foto: Getty.

Los placeres de Río de Janeiro

Vendrían entonces dos semanas de relajación en las que los marineros se dedicaron a gozar de las relaciones con las nativas. Los padres les prestaban a sus hijas y se las entregaban como esclavas a cambio de machetes o hachas. Los tripulantes quedarían obnubilados ante la liberalidad de las costumbres y la facilidad de fornicar con ellas.

Algunos se plantearon incluso desertar y quedarse en aquel lugar idílico, como el fiel Duarte Barbosa, a quien Magallanes no tuvo más remedio que apresar en la nave capitana hasta el final de la escala. En el momento de partir hubo que sacar también a varias mujeres, que los marineros pretendieron llevarse ocultas como polizones. Magallanes había dado la orden, al iniciarse la travesía, de que no subiría ninguna a bordo.

Antes de partir de nuevo, nombró un capitán definitivo para la nao San Antonio, relevando al provisional Antonio de Coca. El problema es que el elegido fue el primo de Magallanes, Álvaro Mesquita. La medida no gustó a nadie: ni a Coca ni al siempre levantisco Cartagena.

El Estrecho sigue sin aparecer

El 10 de enero de 1520, arrastrados por los vientos de una galerna, Magallanes y sus naves llegaron hasta la gran desembocadura conocida como el Río de la Plata. Sus dimensiones le llevaron a pensar que este podía ser el ansiado estrecho y decidió investigarlo. Eligió la nave Santiago, en la que él mismo se subió. Durante dos días ascendieron su curso comprobando constantemente la profundidad de las aguas, pero era escasa –no más de tres brazas, insuficiente para las naves–, lo que demostraba que no se trataba de la confluencia entre mares que buscaba.

Cuando reemprendieron el rumbo sur, Magallanes lo hizo con extrema prudencia, para evitar no pasar de largo el estrecho. Por ello, la flota se detenía durante la noche. Sin embargo, ese punto geográfico imaginado por Magallanes se mostraba escurridizo: se hizo ilusiones cuando alcanzaron la boca del golfo de San Matías (al sur de Argentina) el 23 de febrero, pero pronto vio su error.

Golfo de San Matías

El golfo de San Matías, en Argentina (arriba, vista aérea), indujo asimismo a confusión: pensaron que era el cruce al Pacífico. Foto: Alamy.

Mientras tanto, el clima empeoraba cada vez más. Estaban entrando en latitudes australes y el frío –se hallaban en pleno invierno subecuatorial– resultaba insufrible. Además, aquella zona padece constantes y fuertes tormentas. La tripulación estaba atemorizada y los oficiales castellanos, cada vez más convencidos de que aquel capitán portugués los arrastraba a una muerte segura.

Magallanes también se daba cuenta de que era imprescindible encontrar un estrecho, no ya solo por ser su misión, sino por abandonar aquella región de clima diabólico. Exploró varias zonas prometedoras, como la que llamaron Bahía de los Patos, nombre referido a lo que seguramente no eran “gansos” ni “ánades”, como quedó registrado, sino pingüinos, que por primera vez comieron. Pero el estrecho no apareció.

Pingüino

La expedición de Magallanes cazó pingüinos como este en la que llamaron Bahía de los Patos. Foto: AGE.

Ante el fracaso, cambió de plan. El 31 de marzo avistó un puerto suficientemente protegido como para pasar el invierno allí y esperar la llegada de la primavera, cuando podrían explorar con buena climatología. Lo bautizó como Puerto San Julián. Estaba a una latitud de 49º 20’. Allí volvió a dar otra de sus severas órdenes que encrespaban los ánimos: racionar la comida. Nadie lo entendió, pues en la Bahía de los Patos habían cazado pingüinos y también leones marinos, por lo que la despensa estaba a rebosar. El motín empezó a cuajar.

La revuelta del 1 de abril

Al día siguiente, 1 de abril, era Domingo de Ramos, y se celebraba una solemne misa en la nave principal. El único capitán castellano que acudió fue Luis de Mendoza, quien después se negó a aceptar la invitación de Magallanes de acompañarlo en la comida. Ante el evidente desplante, este empezó a prepararse para la batalla: se entrevistó uno por uno con los tripulantes de su nao para garantizarse su fidelidad.

Por la noche, los amotinados, liderados por Quesada y Cartagena, asaltaron la nave San Antonio, hicieron prisionero a su capitán, Mesquita, y mataron al maestre del barco, el vasco Juan Elorriaga. Por cierto, entre los amotinados se encontraba otro vasco, llamado a ser célebre: Juan Sebastián Elcano. La revuelta nocturna se extendió también a la Victoria y la Concepción. Los amotinados se veían tan triunfantes que no se aseguraron la fidelidad de la otra nao restante, la Santiago, un error fatal.

Magallanes sofoca la rebelión

Magallanes se enfrentó a la rebelión barco por barco. Primero envió una chalupa con fieles a la Victoria para exigir la rendición de Mendoza. Si no se rendía, el líder de la misión, el alguacil Gonzalo Gómez de Espinosa, tenía que matarlo. Mendoza se rió de sus exigencias, pero se encontró con la daga de Espinosa clavada en el cuello. Murió de inmediato y el barco no tardó en rendirse.

Juan de Cartagena es apresado tras el motín del Domingo de Ramos

Momento en el que Juan de Cartagena es apresado tras el motín del Domingo de Ramos (1 de abril de 1520). Sería abandonado a su suerte en Puerto San Julián. Foto: AGE.

Para los de la San Antonio, tras rodearla con los demás barcos y negarse su líder Quesada a rendirse, Magallanes tramó un ardid: encargó secretamente a un marinero que cortase el ancla por la noche, de forma que la nao fue derivando hasta acercarse a los barcos que la bloqueaban. Entonces, Magallanes ordenó atacarla con balas de cañón y la abordó. Quesada fue detenido y juzgado. Magallanes ordenaría que lo ejecutase su propio sirviente, un terrible castigo destinado a ser ejemplarizante. Cartagena sería abandonado a su suerte.

Del Atlántico al Pacífico, al fin

El 24 de agosto dieron por acabada su hibernación y partieron de Puerto San Julián. Aprovecharon la primavera austral, aunque no estaba exenta de tormentas. Ya bien entrado octubre de 1520 y temiendo que se volviese a repetir la fatalidad, el día 18 de repente apareció una gran punta de tierra con un enorme banco de arena lleno de esqueletos de ballenas. Aquello señalaba que los cetáceos pasaban por allí; no en vano, era su ruta migratoria. Olas opuestas chocaban. Un aprendiz portugués narró así lo que sucedió: “Continuando por ese camino, encontraron agua profunda y salada y fuertes corrientes, por lo que parecía un estrecho y la embocadura de un gran golfo que podría estar descargando en él”.

Estrecho de Magallanes

La expedición se enfrentó al terrible clima austral antes de dar, por fin, con el Estrecho de Magallanes (mapa de Pigafetta). Foto: AGE.

El estrecho había dejado de ser una loca hipótesis en la cabeza del capitán portugués. Allí, en el fin del mundo, Magallanes y su tripulación estaban cruzando del Atlántico al Pacífico.

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