Por Ed Libedinsky ()
Buenos Aires.- Tras la conquista de Egipto en el año 31 a. C. por parte de Octavio Augusto, tras la muerte de Cleopatra, la construcción funeraria romana empezó a inspirarse en los modelos egipcios, dando vida a una auténtica moda.
Uno de los que eligió una pirámide como tumba fue Cayo Cestio, pretor, tribuno de la plebe y miembro de los Septemviros Epulones, magistrados que organizaban banquetes en honor de las deidades más destacadas, como se puede comprobar en una de las inscripciones de la fachada.
Otra inscripción nos dice que las obras de construcción no debían durar más de 330 días. Los miembros de la familia habrían perdido su herencia. La tumba fue construida a lo largo de la Vía Ostiense, entre el 18 y el 12 a. C.
Cuatro siglos más tarde, por iniciativa del emperador Aureliano, fue incorporado a la nueva muralla de la ciudad. Cerca de la Pirámide: Conocido en Roma como Cementerio Protestante o como Cementerio de los Ingleses, o incluso Cementerio de Artistas y Poetas, es uno de los lugares de sepultura más antiguos de Europa.
Está situado cerca de la Pirámide de Cayo Cestio y de las Murallas Aurelianas. Fue utilizado desde alrededor de 1716: a esta fecha se remonta la fecha concedida por el Papa Clemente XI, para que los miembros de la Corte Estuardo exiliados de Inglaterra, fueran enterrados delante de la Pirámide. Este permiso se extendió luego a otras personas de fe no católica (la tumba más antigua es la de George Langton, graduado en Oxford).
En 1918 es declarado Zona Monumental de Interés Nacional. Con los años, el número de personas enterradas ha aumentado hasta casi cuatro mil: ingleses y alemanes, pero también estadounidenses, escandinavos, rusos, griegos y algunos orientales, de todas las confesiones religiosas; del Islam al zoroastrismo, del budismo al confucianismo. (EFE)