Por Eduardo Díaz Delgado ()
La Habana.- El incidente del Tiger, baleado y metido en la parte trasera de un coche rentado, ha dado de qué hablar. A pesar de su popularidad en la música urbana, también se le conoce por su indiferencia hacia la lucha por la libertad de Cuba, algo que lo ha hecho blanco de críticas.
Mantiene una postura ambigua frente al sufrimiento de su propio pueblo, y aunque esto no le hace ningún favor, no por eso debemos dejar de desearle su pronta recuperación.
Artistas como él, que parecen indiferentes a la realidad que vive el cubano de a pie, despiertan enojo. Se presentan como figuras apolíticas, pero todos sabemos que se mueven en un contexto en el que la dictadura los usa como herramientas. Sin embargo, ellos no son los responsables directos de la miseria que vivimos. Son, al fin y al cabo, parte de un sistema que les da ventajas a cambio de silencio. Eso no los excusa, pero tampoco podemos centrar todo nuestro odio en ellos. La raíz de nuestra desgracia sigue siendo un gobierno que nos ha hundido durante décadas.
No podemos permitir que el resentimiento nos ciegue. Figuras como el Tiger, con todas sus fallas, son también víctimas del sistema, de una manera u otra. Y aunque su postura sea criticable, le deseo una recuperación completa, sin secuelas que afecten su vida ni su carrera.
Ojalá esta experiencia lo lleve a cambiar de rumbo, a alejarse de las malas compañías y de esas sustancias que lo han deteriorado tanto como persona. Que se enfoque en lo que verdaderamente importa, que deje atrás las peleas con otros artistas, y se dedique a lo que mejor sabe hacer: música.
El tipo tiene un talento innegable, capaz de pegar éxitos tanto en Cuba como en Miami, y lo puede hacer a nivel mundial si deja la polémica de lado y se centra en su arte.
No necesita seguir aparentando una vida peligrosa para ser relevante. De hecho, esa imagen no lo ha llevado a ningún buen lugar. Lo que necesitamos es que recupere su verdadero potencial, porque el talento lo tiene, pero tiene que reenfocar su vida. Y es curioso ver cómo, incluso quienes más lo critican, hoy se han solidarizado con él. Ojalá este gesto lo haga reflexionar, para que pueda ver que, a pesar de nuestras diferencias, lo que nos une es nuestra humanidad. Este es un momento clave para él, y puede serlo también para todos nosotros.
Que este episodio nos recuerde lo que realmente importa: la vida. La ostentación y la especulación son secundarias; al final, lo que cuenta es lo que somos como personas, no las fachadas que construimos para impresionar.
IGER, Ojalá el Tiger lo entienda y le dé un giro a su vida, para que vuelva a ser esa figura que todos sabemos que puede ser, pero sobre todo, para que vuelva a ser él mismo.
Y a todos esos que le desean lo peor. USTEDE’ SON ADICTO’ A SER MAL TIPO