Por Fernando Clavero ()
La Habana.- El equipo de Matanzas que participó en La Semana de Béisbol de Barcelona, un torneo de poca monta organizado en la llamada Ciudad Condal, hizo un papelazo, pero a medida que salen a la luz los detalles, más cuenta nos damos de la realidad de la isla.
Los llamados Cocodrilos de Matanzas apenas ganaron un partido de tres disputados y tuvieron que regresar a casa sin preseas, sin uno de los jugadores, el jardinero Yoisnel Camejo, quien decidió quedarse en España. Y también sin bates. Todo eso mientras la prensa se hacía eco de que el país había ganado un mundial de béisbol para ciegos.
Cuando tomaron el avión para Cataluña, los peloteros de Matanzas decidieron que no llevarían bates, para poder tener, al retorno, más peso en los equipajes, para traer esas cosas que los cubanos necesitan y que ya no es solo ropa y zapato, lo que siempre se llamó ‘pacotilla’.
Por un momento tuvieron una disyuntiva tremenda los peloteros y directivos. Si llevaban los bates y los dejaban allá, tal vez no tuvieran para comenzar la venidera serie nacional, así que optaron por dejarlos e ir allí como limosneros, y pedir bates prestados, algo que, al parecer, consiguieron.
Según testimonios de algunos jugadores, no hubo preparación previa, ni entrenamiento. Algunos, como confesó Yordanis Samón a Diario de Cuba, no hacían un swing desde el 20 de junio pasado, por lo que es explicable que hubieran estado tan mal en la lid catalana.
El escape de Camejo, por cierto, no es para jugar en las Grandes Ligas, porque ese .240 que compila en Cuba en cinco series nacionales, no le dará para ser llamado ni a un torneo exótico en Europa, así que menos en las Grandes Ligas. Eso sí, quedarse en España y trabajar en cualquier cosa, le representará un futuro mejor que el de Cuba, o un futuro, sin la palabra mejor, porque en la isla no hay porvenir para nadie.
Así, como va el béisbol y como va el deporte, también va Cuba: indetenible hacia un abismo del cual costará mucho salir, porque cada vez el pozo es más profundo, y no es lo mismo salir desde un metro que desde cien.
Y aunque todas las atenuantes por lo de Barcelona son entendibles, lo de ir sin bates no tiene nombre, porque es como acudir a la guerra sin armas.
