Por Ricardo Acostarana ()
La Habana.- Hablo por mí y por lo que veo, sobretodo por lo que escucho. No hay, digamos, desde el mismo inicio de siglo, un fenómeno musical en Cuba más apabullante y avasallador que Bebesito (Oniel a partir de ahora).
Olvídense de Habana Abierta, de Van Van, de La Charanga Habanera, de Interactivo, de las canciones políticas de las Marchas del Pueblo Combatiente. La música de Oniel, el fenómeno social que arrastra con cada uno de sus temas no tiene parangón.
Uno camina o pedalea o va en auto y escucha por cada cuadra sus canciones. En una cuadra incluso se pueden escuchar a la vez, varios de sus temas o el mismo tema en bucle. Y no hablo solo de la La Habana. En pleno monte sus «22 caminos» se bifurcan y se encuentran al final de la montaña o el aserrío.
Oniel no tiene, en el género del reparto o en cualquier otro, competencia alguna. No hablo, por supuesto, de calidad musical, aunque no soy quien para evaluar su talento o su destreza o su capacidad artística. No obstante, el tipo es un palo detrás de otro. De hecho, me preocupa que aún no hay un tema que no haya pegado.
El otro asunto es que Oniel es un chamaco que no anda en polémica, en chisme, en provocaciones.
Habrá que ver, ahora que anda de guardia por los Mayamis con todo su combo, los Papote, los Raulito Calienta la Timba, los Richard Transimport, qué sucede con Oniel; si cae en polémicas, en chismes, en provocaciones. Yo creo que el impacto de su música será mayor. Si desde Cuba ya estaba pegao en el exilio, ahora de paso por La Habana del Norte puede convertirse en un acontecimiento.
Ha sido esa la noticia del día de hoy en la isla: El Bebesito llegó a la Yuma con la bendición de Eleggua.