Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- Ayer les escribí sobre “Un viajecito a La Habana” y recibí muchos comentarios, dentro de ellos el compatriota Pakito V Kinto, desde Polonia, me pregunta: “Y… ¿Los 183 pesos eran bastante en esa época?”
Me es absolutamente imposible responder adecuadamente la pregunta porque mi padre nunca dependió de los $183. sino de “los vaivenes de la política local y nacional” y de su forma bondadosa de ser.
Hubo la época de “Las Vacas Gordas”, de abundancia, durante las administraciones Auténticas, Grau y Prío presidentes, mi padre Secretario de la Administración de Güines. Y ahí, en esos momentos, se gastaban mucho más de 183 pesos. Porque recibía un buen sueldo en el Ayuntamiento.
Pero, durante “Las Vacas Flacas” vivíamos del retiro y de trabajitos que hacía mi padre como Procurador Público. Yo le preguntaba: “Papá, ¿qué es ser “Procurador Público”? y me respondía: “Bueno, yo procuro que tu hermano, tu mamá y tú desayunen, almuercen y coman”.
Repito, para mí es una misión imposible responder a la pregunta porque en mi hogar NO EXISTÍA UN PRESUPUESTO DE GASTOS, mi padre tenía un gran “defecto” que al mismo tiempo era muy beneficioso para mi madre, mi hermano y para mí: Era SÚPER ESPLÉNDIDO. Demasiado, diría yo.
El viejo era impredecible con el dinero, era de esos hombres que podía llegar a la Viña Aragonesa e invitar a unos desconocidos: “Sírvanle tragos a todo el mundo”…
Mi tío Enrique Fernández Roig, delante de mí, en el portal de la casa del Residencial Mayabeque, le dijo a mi padre: “Tú has ganado mucho más dinero que yo, yo soy millonario y tú estás muy lejos de serlo”.
Pero, unos meses después llegó mi tío muy triste y demacrado y dijo: “¡Fidel me lo quitó todo!” y mi padre le dijo: “A mí Fidel no me puede quitar lo bailao”.
Pero, olvídense de los 183 pesos y para que ustedes sepan quién fue mi padre: Cuando la Reforma Urbana intervino las casas, mi papá le siguió pagando la renta a su legítimo dueño.
Paco, siento que no respondo bien tu pregunta, sin embargo, supongo que 183 pesos “eran un capital” en una época donde pagábamos 14 pesos de alquiler en la casa y con 15 centavos resolvía mi cena con una frita y una Salutaris grande.