Por René Fidel González ()
Santiago de Cuba.- Lo único que nos sacará de esta noria de vanidades, egos y poses, de este círculo de impotencias y mediocridad enaltecida, de soberbia, corrupción y choteo, de hipocresía, será pensar.
Otra vez se trata de pensar, de elegir pensar.
¿Qué hecho podrá sacudirnos finalmente para que empecemos a pensar antes que se conviertan ya completa e irremediablemente en farsa y decorados nuestras vidas y sueños, la de nuestros padres y abuelos, la de nuestros hijos y nietos? ¿No bastará ya?
¿Nos faltarán acaso los hombres y mujeres decentes – apenas eso necesitamos – cuando empecemos a pensar?
¿Nos faltará acaso la serenidad para enfocarnos en lo realmente importante cuando empecemos a pensar?
¿Nos faltarán acaso los propósitos cuando el programa mínimo de acción sea no aceptar lo que está mal, lo que es y conocemos es inadmisible para el decoro y el respeto propio y del otro?
¿Nos faltará acaso entereza para no sucumbir a nuestras propias flaquezas cuando no seamos ya un hombre o una mujer solitario, aislado y expuesto al poder arbitrario y mezquino?
¿Nos faltarán acaso los argumentos que oponer a lo que no es, ni puede ser, ni será nunca un argumento?
¿Qué hecho tendrá que sacudirnos por fin? ¿Cuál insoportable vergüenza? ¿Cuál dolor, asco o humillación más?