Por Jorge Sotero ()
La Habana.- Me dijo un amigo que la cúpula se va a ir, que no puede seguir en el país sin asumir las responsabilidad que le toca como gobierno, y que no tienen más opción que coger un avión e irse a otras tierras, donde encausar sus vidas con todo lo que se robaron y malversaron en más de medio siglo.
Dice que se van a ir unos pocos: los que quepan en los pocos aviones que hay en la isla. Él no sabe cuál será el destino pero presiente cosas, entre ellas que los Castro de Raúl se largarán a Italia, donde Paolo Titolo, el yerno y testaferro mayor del clan, ha comprado propiedades y tiene muchos negocios.
Los descendientes del hermano fallecido puede que se larguen a Galicia, donde pudieran comprar tierras y gastarse lo que se robaron por décadas, y seguir dándose la misma buena vida que se dieron en Cuba, pero que ya no es factible.
Ramiro Valdés no se va. No tiene a donde irse, pero ni le importa, Seguirá allí, en su fortaleza pegada a la costa, con sus yates listos por si tiene que huir de pronto. En su casa tiene recursos para una larga temporada, incluido un asedio. Tiene armas largas y gente dispuesta a dar la vida por él. O al menos es lo que cree.
Manuel Marrero tampoco tiene a donde ir. Unos amigos españoles, con los que hizo una gran amistad cuando era ministro de Turismo, le dijeron más de una vez que podía contar con ellos, que lo podían acoger en Dominicana y darle trabajo en hoteles, y hasta prestarle casas, pero que tenía que buscar la forma de llegar, que para él no es difícil.
Díaz-Canel puede volar a México, porque el gobierno mexicano puede ayudarlo y darle cobijo y alimentarlo. Aunque él también tiene dinero suficiente, en efectivo y en cuentas en el exterior, para sobrevivir mucho tiempo. Y, además, espera que Ana de Armas, la nuera de Lis Cuesta, no los vaya a abandonar a su suerte a última hora. Alguna gestión hará, pero si eso falla, siempre quedará Putin para darle acogida.
Guillermo García no sabe ya lo que está pasando. Se babea y apenas camina, y no tiene capacidad de decisión. Tal vez se quede en la finca Alcona y se muera solo cuando el resto de la familia busque un refugio.
Machado Ventura apenas puede levantar los pies. Su familia sabe que quiere que lo entierren en Vueltas, pero, al parecer, no llegará a tiempo a aquel lugar. Lo dejarán por ahí. Tal vez lo lleven para la casa de Esteban Lazo, para que lo cuide, porque ese es otro que no tiene sitio a donde escapar.
Eso dice mi amigo. Él tiene la certeza de que se van a ir, de que se irán sin revuelta alguna, sin movilización, sin cacerolazos, sin tiros, sin marcha… se irán porque ya ellos se fueron y saben que el país no da más. En La Habana, que es la capital, no hay combustible ni para las famosas gacelas, y en provincia ni para encender una lámpara, de queroseno o petróleo, y alumbrarse.
«No van a esperar a que los tumben -dice mi amigo-, se irá antes. Recogerán lo que puedan y se largarán. Alguien intentará después apoderarse del gobierno, pero estos no estarán. Ya lo verás, es cuestión de tiempo. Me lo dice gente que sabe, que conoce a una parte de la cúpula, y sabe que tiene un plan de escape listo, por si las moscas», y las moscas están por rastras en El Vedado, en La Habana Vieja, Marianao, El Cerro, Santiago y Santa Clara.
Hay basura por doquier. Los maestros dejan las escuelas. Hay gusanos en los baños de los hospitales, la comida es un asco, crece el malestar en los mandos intermedios de las Fuerzas Armadas, los segurosos y los chivatos se van, la policía pide la baja, los médicos huyen, los dirigentes de abajo están cagados y todo el que tiene la posibilidad de robar algo, roba, aunque sea para tener mañana.
El país es un caos, y en el caos no quiere vivir nadie. Nadie puede vivir entre la basura y la mierda. Y ya empiezan las bandas a meter miedo en algunos sitios. El robo, el pillaje, el bandolerismo, están a la orden del día. Y encima de todo eso, apagones cada vez más largos, discursos cada vez más lejos de la realidad.
«Ellos se van -insiste mi amigo- porque acá ya no es factible vivir. Se van porque quieren, y ya verás que cuando lo hagan nos reprocharán por no haber trabajado y no habernos dejado orientar. Pero se van», insiste, y yo quiero creerle, quiero tener fe en sus palabras, pensar que será verdad, que todos los hp que dirigen el país se mueren o se van, o se van y se mueren, que me da igual.
Cuba necesita extirparse ese cáncer y si no hemos tenido el valor de hacerlo nosotros, al menos que ellos tomen la determinación de irse. Sería un día grandioso… si de verdad se van.
Por si acaso, yo solo quiero que se vayan, ¡que se vayan ya!