Por Ana María Belarezo ()
Quito.- Los Nazcas, una civilización preincaica que floreció en la costa sur del Perú entre los años 200 a. C. y 700 d.C., dejaron un legado fascinante que continúa intrigando a los arqueólogos y estudiosos hasta el día de hoy.
Su mayor misterio reside en las enigmáticas líneas y geoglifos que trazaron en el desierto, formando un vasto mapa de figuras geométricas, animales y plantas que se extiende por cientos de kilómetros.
Legado trazado en la arena
Las líneas de Nazca, como se les conoce, son un conjunto de geoglifos, figuras gigantescas grabadas en la superficie del desierto. Se cree que fueron creadas por los Nazcas raspando la capa superficial oscura del desierto, revelando la arena clara que se encuentra debajo. Estas líneas se extienden por más de 800 kilómetros cuadrados, formando un complejo laberinto de figuras geométricas, animales como monos, pájaros, arañas, peces, y plantas. Algunas de las figuras más conocidas incluyen un colibrí, una araña, un mono y un pez.
Enigma sin resolver
El propósito de las líneas de Nazca sigue siendo un misterio. Se han propuesto diversas teorías, desde que eran un calendario astronómico hasta que representaban un mapa de la región o un ritual religioso. Algunos investigadores creen que las líneas servían como un camino para ceremonias o procesiones, mientras que otros sugieren que eran una forma de comunicarse con los dioses. La teoría más aceptada es que las líneas de Nazca estaban relacionadas con rituales religiosos y astronómicos, ya que muchas de las figuras parecen estar alineadas con el sol y las estrellas.
Testimonio de la cultura Nazca
Las líneas de Nazca son un testimonio de la cultura Nazca, una civilización que desarrolló un sistema de riego complejo, una cerámica excepcional y una rica tradición textil. Su arte, que se refleja en sus geoglifos, es una muestra de su conocimiento de la astronomía, la geometría y la simbología.