Por Rafael Aquino ()
La Habana.- Hace dos días fui asaltado. Tres personas, al menos uno de ellos, cuchillo en mano, intentó entre otras cosas, quitarme mi bajo, el cual es mi instrumento y medio de trabajo.
Sucedió prácticamente en la esquina de mi casa, luego de llegar del trabajo. Ocurrió un altercado, en el que, gracias a Dios, no perdí la vida, ni mi instrumento. Luego de llamar a la policía (que como siempre, llega mucho, pero mucho después de que se les llama) la patrulla me dice que lo único que puede hacer es llevarme a la 11na estación de policía a efectuar la denuncia.
También me dijeron que luego (con una pierna visiblemente hinchada por un golpe en el altercado) no me podrían regresar, a las tres de la madrugada.
La 11na estación de policía queda al menos a tres kilómetros de mi casa. Resulta además que el patrullero me dijo que la demora había sido pues para todo mi municipio (conocido como uno de los más conflictivos de La Habana) había una sola patrulla.
O sea, que las noches en La Habana no las custodia nada ni nadie apenas, por eso los delincuentes campean a sus anchas sabiéndose dueños de la noche.
¿Qué tenemos que hacer los ciudadanos, sobre todo, los que trabajamos de noche, para cuidar de nuestras vidas? ¿Formar milicias, como en las aldeas? ¿Acaso ese no es el trabajo de la policía, la que, además, cuenta con más medios en este país que cualquier otra entidad, o es que solo patrullan cuando hay alguien que quiere hacer carteles en contra del gobierno?
¿La policía tiene el derecho de hacer víctima al ciudadano más de una vez?
¿Será que a la PNR solo le interesa patrullar los barrios elegantes y de dirigentes de La Habana y los demás somos escoria? No les interesamos: el resto o los delincuentes hoy día son la nueva autoridad.
