Por Jenny Pantoja Torres ()
La Habana.- Una amiga me habló una vez, cuando aún participaba en eventos científicos, del proverbio hindú: “Cuando cabalgas un tigre, no lo puedes descabalgar”. Con ello hacía alusión al hecho de mi manifiesta postura política, asumida públicamente. El proverbio es claro; entonces, acá vamos, cabalgando al tigre.
El miércoles 18, al igual que cada mes, tengo una patrulla en la puerta de mi casa que no me permite salir. La consigna es: “estás cerrada” o “hay cierre”, ambas incomprensibles para mí. Ahora aluden a que tengo una medida cautelar de reclusión domiciliaria. En primer lugar, antes del 18 de junio no la tenía e igual, “había cierre”. La sanción, impuesta por un supuesto de atentado, por supuesto que reduce mi marco de expresión legal. Mas, no nos engañemos, aun sin medida cautelar, la In-Seguridad del Estado no permitirá ningún ejercicio del artículo 56 de la Constitución, supuestamente aprobada.
Por ello, al salir de mi vivienda el 18 fui detenida y conducida a la estación de Aguilera en el patrullero # 110. Como siempre, la policía no responde ni sabe, solamente actúan como un brazo ejecutor del cual no se puede esperar ninguna garantía de derechos.
A ver, dejando la ingenuidad aparte: no hay derechos ciudadanos; no hay ciudadanía; no hay sociedad civil. No la hay, porque no hay absolutamente ninguna de las garantías para que esta sociedad se articule y se muestre tal cual o se exprese, o se organice o manifieste sus posicionamientos, de ninguna de las maneras posibles. Admitido esto, pues vamos más claramente sobre la realidad.
La estación de Aguilera estaba rebosante de personas que venían a formular varias denuncias. El oficial a cargo, del cual solo sé que se llama Pedro, me trató bastante mal cuando insistí en que me pasaran por carpeta en vistas de que en mi anterior detención el 28 de noviembre de 2023, no lo hicieron y mi familia luego no sabía dónde estaba. En fin, que me bajaron al calabozo sin saber si realmente mi familia podría contactarme. No haré larga la historia. Luego que me fueran retiradas las pertenencias, hasta el agua, fui encerrada en una celda.
De la celda me sacó Ariel, el oficial de la In-Seguridad del Estado que trató de tener una entrevista conmigo. Este joven, muy joven, oficial, junto al afamado Luisito (Ariel Arnau), se habían quedado en el frente del portal de mi casa en lo que el patrullero me llevaba a la estación y se dedicaron a amenazar a mi esposo con llevarlo preso. Primero con quitarle la licencia y luego, con ponerle por treinta días el carro patrullero afuera para que no saliera, a lo cual mi esposo ripostó que iban a tener que llevarlo preso porque eso no lo pueden hacer sin él tener delito ninguno. El accionar de la In-Seguridad del Estado, solo deja ver hasta dónde es que van perdiendo continuamente terreno.
Mi estancia se resume en tres partes: calabozo, entrevista con Ariel, entrevista con Ariel y Ariel Arnau, calabozo y entrevista con la Innombrable Tte. Coronel (quien me dijo que no podía mencionar su nombre en las redes con peligro de ser acusada de desacato) y, por último, calabozo nuevamente. Un total de cuatro a cinco horas aproximadamente.
En la primera entrevista traté de hacerle ver a Ariel sus errores. Él daba pena. Muy mal del estómago que está, definitivamente algo le hace daño. Y por supuesto, no nos entendimos. La parte con el “Otro Ariel”, el alias ‘Luisito’ fue más breve porque desde que entró al local, sus ínfulas me hicieron dar por terminada cualquier comunicación. Viré mi silla y solo recuerdo dos cosas importantes que me dijo: Que él había doblegado a todos los familiares y a las madres de los presos políticos teniendo todo controlado pero que no atendía a Wilbon, y ahí no me quedó más que reírme. Esa es la mayor muestra de su cobardía. Como los coyotes y las hienas, atacan presas débiles y en manadas… Evidentemente, no puedes atender a Wilbon. Lo otro que llamó mi atención fue que tratara de conducir su monólogo por el tema religioso, haciendo énfasis en su signo de Awofaka (signo de Orula): Oggunda-She y que era hijo de “la Santísima Caridad del Cobre”. Di tú, ¡se verán horrores! Bueno, allá usted con el Karma y esa señora.
Bueno, esa fue la parte pintoresca de los desencuentros. Luego tuve otro rato de calabozo hasta que vino el plato fuerte. Ahí me esperaba una señora Tte Coronel que cuando me condujeron entendí que era el médico. Me dije: “bueno, nada de reconocimiento porque no estoy enferma. En todo caso enfermo está este país”. Bien, la Sra. que por su postura y sus brazos pareciera una Deméter (claro, quitando los atisbos de maternidad), empezó tomando los datos en una hoja y bueno, la conversación se inició de una manera nada agradable. La entrevista, que no fue tal, porque casi todo el tiempo estuve callada por el aquello de “Palabra saca palabra”, se reduce a cuatro cosas:
– Amenazarme o como la Innombrable dijo: “Esto es una acción neutralizadora” (yo me erizo).
– Tratar de inculpar a Alina B. López Hernández de todo. Solo dije que no la nombraran más y que le preguntaran a ella.
– Tratar de hacerme ver que estaban demorando el juicio en Matanzas por la causa de atentado a ambas, “porque ellos son buenos y humanos y no quieren hacer daño”.
– Tratar de pescar información porque están perdidos en un campo de lechugas.
La Innombrable (cual Valdemor), insistió con su mejor tono despectivo en dos adjetivos para mí: autosuficiente, porque soy Máster (y eso que no le dije que soy dos veces Máster. ¡Le da una cosa!) y egocéntrica. Buenoooo… Y continuamente repetía: “Es una lástima”. Es mutuo Sra. (lo de la lástima). Insistió que no podía mencionarla en las redes y que me leyera los artículos del procesal y el penal que me conciernen.
Ella no iba con un mínimo de conocimientos a la entrevista y no trabajan colegiadamente, sino de forma fragmentada. Trató de ejercer presión con la “muela bizca” de que no hay presos políticos, sino vándalos. Yo le hablé de las reacciones normales de las masas ante sucesos de presión económica y político-social, de que eso es más viejo que la historia, y que es de esperar que ante un estallido producido en una situación límite, reaccionen colectivamente así. Le puse el ejemplo de los obreros de Lyon que rompían las maquinarias y no atacaban al patrón o al sistema. No sé si me entendió. Pude hablarle de los años 30, cuando Machado, en que la muchedumbre destrozó todo símbolo de poder o en el ’59, cuando el rompimiento de los parquímetros. Pero quise citar un ejemplo lejos de Cuba, para ilustrar que es una reacción humana, no contextual.
Ella insistió en que: “En La Habana no ocurrirá ninguna manifestación… que no la permitirán”. Y bueno, después de eso, ya no hay nada que hablar. Es importante que sepan que no habrá manifestación. La van a impedir, aunque este en la Constitución. La Carta Magna es mentira ABSOLUTAMENTE (a ver, que ya lo sabíamos. Es solo más evidencia). La Innombrable insiste que la manifestación, cualquiera que esta sea, terminará en violencia social. Además, es vidente ella.
Le dije que cómo podía anular un derecho constitucional basada en un ejercicio de especulación. Y ahí arremetió contra la especulación del mercado y que eso no venía al caso. Bueno, citando a Muertecita de miedo: “Me quedé en un tacón”. Traté de explicarle, pero en vano. Le ilustré que estaba haciendo como en Minority Report y que sancionaba el delito antes de su hecho. Nada. Se fue de nuevo por la tangente. En lo único que coincido de todo lo dicho por la Innombrable es que realmente lo que se vaya a hacer no puede ser colegiado en las redes porque es hacerles el trabajo.
Trataron los agentes de venderle a ella, la Innombrable, que yo era mercenaria. Espero que a ellos les haya quedado igualmente claro que, además de historiadora, soy astróloga, hace más de treinta años (ahí la cara de la Innombrable se contrajo. Ahora era ella quien estaba en un tacón. Casi le ofrezco gratis los servicios para ver el origen de su problema). Evidentemente, no observan las redes. Expliqué que, desde el 2019 recibo regularmente dinero en efectivo y a mis tarjetas, tanto de residentes en Cuba como en el exterior por este trabajo (creo que no debí decir eso; a lo mejor me confiscan los muertos). Para que no me inventen nada de pago del enemigo, ¿ok? Y que además tengo amigos, muy buenos amigos y ahijados que me envían paquetes de comida de vez en cuando. Y esto no es de ahora, sino también desde hace años. Pero llegados a este punto que te coloquen uno u otro cartel, es esperado.
Me quedaron claras muchas más cosas porque yo hago la tarea. Eso se los dije varias veces. Son malos investigando, muy malos. Es un mito la sapiencia de estos órganos. Quizás para los terroristas o para impedir atentados a figuras del gobierno, no sé. El sabor que me dejan es que en Cuba es inoperante y disfuncional, falta de creatividad y de inteligencia, hasta ellos. Y no es que los subestime. A ver que, para operar como un grupo mafioso o paramilitar sí, como matones de barrio, pero no como lo que dicen ser. Y eso es frustrante. En fin, que he tenido una terrible desilusión con los órganos de la In-Seguridad del Estado.
Espero que la Tte. Coronel Innombrable para la próxima haga la tarea y aunque sea se empape más del asunto. Al parecer no tienen datos para leer, ni tiempo porque: “Un fantasma recorre” Cuba, “el fantasma de la disidencia” y no los deja vivir tranquilos. Realmente Kenia, (uff, se me fue su nombre), otra cosa me queda clara, no sé si a usted: están cada vez más cerca del final de este sistema. Yo quiero un tránsito pacífico, pero tanto daño ha hecho este gobierno en pos de la concentración de su poder, aun al coste de la destrucción de la nación y del fin de la dignidad de sus habitantes, que intuyo que casi sea imposible.
Ojalá podamos hacerlo y tengamos luego un espacio de verdadero diálogo, sin coacciones ni fruslerías psicológicas de intimidación. Usted dice defender la revolución. Yo solo le digo lo que entonces: Eso que usted defiende ya murió, la mataron Fidel y su gobierno desde su nacimiento.
Entonces: neutralización aparte; seguimos cabalgando al tigre.