Por Jorge Menéndez ()
Cabrils: Hasta suena bonito eso que dijo el ministro cubano de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, lo de sacrificar su dinero en comprar combustible, sin embargo nadie entiende por qué siguen destinando miles de millones en construir hoteles.
Y digo su dinero porque son quienes lo tienen y los que deciden en qué gastarlo, aunque sigue siendo incomprensible la falta de generación eléctrica, de hasta un 40 por ciento -dicen ellos- de las necesidades, cuando, por activa y por pasiva, prometieron un verano apacible frente a los apagones.
Ahora no se puede admitir que digan que no hay combustible, ni de roturas, tras tantas promesas, y cuando se refieren a sacrificios financieros, se me antoja todo inadmisible.
Con todo esto se demuestra la incapacidad total del gobierno para gestionar el estado técnico de la generación y también de las compras de combustible. La economía cubana se le ha puesto muy cuesta arriba al gobierno y cada día que pasa gestionar el país se le hace más complicado, sobre todo por ineptitud, como si Cuba fuera un barco sin timonel y encima sin timón, porque la mafia castro-canel no sabe ya qué va a hacer.
La cúpula cubana con suerte tiene «países hermanos» que le suministran petróleo, pero ya nadie regala nada. Si acaso le hacen una donación y le dicen que tienen que pagar el resto. Ni en Rusia, uno de sus aliados más importantes, consiguen nada. Lo regalado se acabó.
Mientras no asuman que la política y sus intereses mafiosos no pueden estar por encima de la realidad económica del país, iremos desapareciendo y se desmantelará lo muy poquito que queda, corroído ya como las vetustas paredes de algunos edificios habaneros.
Sin luz, con más de un millón de gente sin agua, sin sistema de salud ni medicinas, sin gas, sin comida, es totalmente imposible gestionar absolutamente nada.
Cuba necesita establecer prioridades y dar un verdadero vuelco a la visión económica arcaica del gobierno. Sus controles de todos y todo, fomentan la extorsión, frenan la rapidez de las decisiones económicas, fomentan la desidia laboral y las pocas ganas de trabajar y, en consecuencia, se crea una situación ingobernable.
Entonces, es mejor que el ministro de Energía y Minas no hable de sacrificios financieros, porque los que están por encima de él no sacrifican nada, siguen su vida como si estuvieran en un lujoso palacio emiratí.
