Por Robert Prat ()
Miami.- El sacerdote cubano Alberto Reyes aseguró este viernes que hay una ruptura entre el gobierno y el pueblo de su país, cada vez más notable, y que ha generado un divorcio total.
«Hay un divorcio entre el gobierno y el pueblo. El gobierno quiere mantener el poder y el pueblo ‘que se busque la vida y si protesta y se levanta, lo reprimimos. Y si acaso le damos un poquito de comida para que se contenten'», comentó en entrevista a Martí Noticias.
También dijo que no ve intenciones de apertura o cambios y no nota «un deseo real. Es más, veo que, incluso lo que podría ayudar un poco a la agente, como las mipymes, porque le da medios, posibilidades, ahora con unas leyes nuevas, están provocando el cierre de muchas mipymes».
«El objetivo -insistió el sacerdote- es mantener el poder. Y hay una mentira institucionalizada. Mienten mirándote a los ojos. Mienten por la tv… el problema energético… No que ahora va a mejorar. Es mentira. No alientes una ilusión, porque es mentira y las mentiras son para niños pequeños».
En referencia al engaño, resaltó que «la mentira en Cuba, la doblez, la falsedad, el usar el ‘todo vale’, ‘el fin justifica los medios’, se ha ido metiendo en el alma del cubano, por una cuestión de sobrevivencia, entre otras cosas. Entonces la persona se da cuenta, porque la mentira la manipulación funciona, logras cosas».
Para el religioso, que tiene su iglesia en Esmeralda, en la provincia de Camaguey, «la mentira te destruye por dentro, te convierte en una persona falsa, pero logras cosas».
También hizo referencias a los controles del gobierno a la Iglesia, «para ellos hay cosas que no son negociables. Dicen no y es que no».
En cuanto al miedo por el acoso del régimen, dijo que «llevo años trabajándome la libertad y los miedos. Para empezar, una de las cosas que fui aprendiendo, fue lo que yo llamo huir hacia adelante y eso me ha hecho mucho bien».
«No voy a permitir que mi miedo me controle. Hago cosas con miedo, pero las hago. Por otro lado, quiero ser fiel a mi conciencia. La vida es una sola, un día me voy a morir. Con suerte, antes de morirme, podré mirar hacia atrás y preguntarme cómo he vivido, y si ese momento Dios me lo da, decir que he sido fiel a mi conciencia», insistió.
«La libertad -dijo- tiene un precio. Callarse tiene un precio, encerrarse en casa y no decir nada, tiene un precio. Hacerle el juego al gobierno tiene un precio. Entonces, lo que yo hago tiene un precio y lo asumo».
También se refirió al respaldo de su gente, «en especial de mis laicos, y mi obispo tiene muchas presiones, porque a mí no me llaman, no se quejan, no me dicen nada… aunque ha habido actos de repudio, han escrito horrores de mi en los medios…».
«Ahora no me quieren vender combustible, porque soy opositor… pero son los precios. Si yo estuviera calladito, en mi cuevita, no tendría estos precios, a nivel de conciencia tendría otros, y tendría que terminar pidiéndole perdón a Dios, y yo no quiero eso», recalcó.
¿Cómo pueden ayudar a Cuba? Rece, Yo en mis oraciones, le pregunto al señor hasta cuándo. Cuando Dios diga ‘hasta aquí’, se acabará todo. Por eso pido rezar y visibilizar, que haga conocer todo lo que estamos viviendo».
«Hay que visibilizar el drama de los presos políticos una y otra vez, lo de los presos políticos, todo. El exilio ayuda mucho. La diáspora no se ha olvidado de Cuba. Sueño con el día en que Cuba pueda decir: ‘estoy aquí para ayudar’, pero ahora lo que puede hacer es recibir. Y hay personas que viven en una miseria insuperable», finalizó.
