MI AMOR POR LA FRITAS

LECTURASMI AMOR POR LA FRITAS
Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- Agustín Tamargo me pidió que viniera a Miami a trabajar en Radio Mambí; Jorge Riopedre y Jorge Más Canosa me invitaron a participar en Radio Martí, y no vine. Una invitación a una frita y un guarapo me convenció y aquí estoy.
Allá, los fines de semana sentado en el parque central de Güines, veía invariablemente a un hombre delgado pasar cargando una tártara llena de rojizas bolitas de carne. Y después el delicioso olor me llevó a su puesto de fritas.
Recordarán que cuando mi madre -en su único gesto de feminismo- nos amenazó: “¡Yo me declaro en huelga de brazos caídos, no cocino más los domingos!”, las fritas fueron mi salvación. Con 15 centavos resolvía el dilema en que mi mamá nos había puesto: Una frita y una Salutaris.
He tratado de hacerlas y no he podido, a pesar de que sé el truco: Echarle a la carne de res chorizo y pimentón”.
Ya saben que me encanta el ajiaco, la paella y el arroz con pollo a la chorrera, pero muy contento puedo echar a un lado esos deliciosos platillos para disfrutar de una buena frita.
No se lo digan a nadie porque no me creerán: Yo prefiero ser invitado al “Rey de las Fritas”, a que me regalen todas las hamburguesas gratis por un año en McDonalds, Burger King y Wendy’s.
El final de la historia es como todos los finales después de 1959: hasta con esos humildes puestos de fritas acabó la tiranía.
Y al igual que usted y yo se encuentran exiliadas en la calle 40 Southwest de Miami y sus alrededores.

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