Por Pablo Alfonso ()
México DF.- La intelectualidad cubana ha estado en la picota en los últimos tiempos, más por lo que no hacen que por sus acciones en nombre del pueblo, que es quien verdaderamente les da de comer y no el gobierno, como piensan algunos tras recibir las miserias de cada mes.
No quiero entrar en diatribas ni discusiones baratas sobre si uno hizo algo o el otro no, pero antes quiero dejar claro una cosa: en Cuba hay muchos artistas que viven de lo que escriben, de su poesía, sus cuentos, su música, y tienen que cuidar eso, porque en otro momento y otro sistema, su talento -salvo excepciones muy contadas- solo les alcanzaría para dar clases en una escuela y nada más.
Eso sí, el habilidoso régimen de La Habana se encargó de ofrecerles espacios para tertulias, lecturas de poemas, presentaciones de libros, incluso ediciones limitadas, a cambio de un salario mísero, con el que paga sus lealtades, y entonces no tienen más remedio, u opción, que someterse a los designios del castrismo, como han hecho desde hace casi 66 años.
Para eso crearon la UNEAC: para controlar, no para abrir espacios sino para cerrarlos, no para que se levantaran las voces, sino para apagarlas, no para incluir sino para excluir.
Un ejemplo clásico fue el de la doctora Alina Bárbara López Hernández, a quien la UNEAC de Matanzas llamó para decirle que había dejado de pertenecer a la organización porque su comportamiento distaba del establecido para sus miembros. No querían ni escucharla quienes debieron estar a su lado en todo momento, porque lo que defiende la profesora matancera es la dignidad de los cubanos, entre esas, la dignidad de ellos mismos, los que estaban en aquel lugar donde la citaron.
Es lamentable, pero más lastimoso es saber que en mi provincia, Mayabeque, la UNEAC se solidarizó plenamente con sus colegas matanceros para respaldarlos en cuanto a lo de Alina Bárbara, en un mensaje donde la dignidad brilla por su ausencia. Y lo que me molesta de todo esto es que esos son los que después se consideran herederos de José Martí, o hablan en asambleas de la importancia del valor o de la pureza de los ideales.
¿Qué valor y qué ideales, cuando lo que han dejado claro es que son una sarta de arrastrados y temerosos pseudo intelectuales, que solo en un lugar como Cuba pueden vivir de su supuesto talento? En otros países del mundo manejarían taxis o acomodarían compotas en un supermercado. Claro, en Mayabeque no pueden hacer esas cosas, porque ni hay taxis que manejar y mucho menos compotas, ni mercados.
Dice la nota: «El Comité Provincial de la UNEAC de Mayabeque apoya la decisión y se solidariza con su parigual de Matanzas, en cuanto a la separación de sus filas de la profesora y académica Alina Bárbara López Hernández, miembro de la filial de Escritores».
Y agrega: «En una decisión que consideramos lamentable, el Comité Provincial de la UNEAC de Matanzas se vio obligado a desactivar de sus filas a la referida compañera por violar lo establecido en el Reglamento y los Estatutos de la organización, ya que la misma ha desconocido en su proceder los principios que rigen nuestro compromiso, desconociendo al Partido Comunista de Cuba como fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado».
¡Vamos! Esos párrafos dan pena. Y hablan mal de esos que forman parte de la UNEAC, incapaces de levantar la voz contra las injusticias, contra el odio y las divisiones fomentadas desde la cúpula del Partido Comunista y sus segundones en cada provincia. Todo eso porque cada mes pueden ir y cobrar un salario mínimo y darse vida de intelectuales, dormir las mañanas, ofrecer conferencias en cualquier lugar cada cierto tiempo, o aparecer en programas de repentismo para cantarle solo al Gobierno.
Me da asco la UNEAC, y también esos artistas e intelectuales que, con conocimiento del sufrimiento de su pueblo, deciden seguir plegados al gobierno y pegados a su mísera teta. Un día, llegará un día, en que la vida les pasará por encima y serán unos harapientos, olvidados por la gente y la historia. ¡Puaff!
(Si no firmaste o no apoyaste lo que dijo la UNEAC de Mayabeque, dilo… aunque sea para saber)