Por Ed Libedinsky ()
Buenos aires.- «Edipo y la Esfinge» (1864) de Gustave Moreau captura uno de los momentos más icónicos de la mitología griega: la tensa confrontación entre Edipo y la enigmática Esfinge.
Este encuentro, famoso por ser relatado en Edipo Rey, de Sófocles, tiene lugar en el viaje de Edipo a Tebas, donde la Esfinge bloquea su camino, planteando un enigma mortal: «¿Qué camina sobre cuatro patas por la mañana, dos por la tarde y tres por la noche?». Edipo responde correctamente: «El hombre», quien gatea de bebé, camina erguido de adulto y usa un bastón en la vejez. La Esfinge, asombrada por su respuesta, se quita la vida, dejando a Edipo continuar su trágico camino hacia convertirse en el rey de Tebas —y, sin saberlo, en el esposo de su madre.
A diferencia de versiones anteriores de artistas como Jean-Auguste-Dominique Ingres, la interpretación de Moreau enfatiza la dinámica de poder entre las dos figuras, presentando a la Esfinge como una criatura más agresiva y sensual que ya está agarrando a Edipo, arañando su pecho. La intensa mirada entre los dos personajes añade una tensión inquietante a la escena. La Esfinge de Moreau, parte mujer, parte león y parte ave, encarna el poder amenazante de la femme fatale mitológica, un tema comúnmente explorado en el arte simbolista del siglo XIX.
Detalles Ocultos:
El enfoque simbólico de Moreau es evidente en los detalles cuidadosos de la pintura. La Esfinge, abrazando a Edipo en una casi caricia, representa tanto una batalla literal como metafórica: el hombre contra el destino, el bien contra el mal y la masculinidad enfrentando a la feminidad. Los cuerpos de víctimas anteriores esparcidos a los pies de la Esfinge aumentan aún más la tensión de este encuentro. El enigma no es meramente una cuestión de palabras, sino una confrontación de intelecto, sensualidad y poder primal.
¿Por Qué Importa?:
«Edipo y la Esfinge» ejemplifica la fascinación de Moreau por los temas mitológicos y la tensión psicológica. Su rechazo deliberado al realismo y naturalismo prevalentes en la Francia de mediados del siglo XIX, optando en su lugar por un estilo arcaico, distingue esta pintura cuando debutó en el Salón de 1864. La obra fue un éxito crítico y estableció a Moreau como un maestro del arte simbolista, fusionando mito, emoción y simbolismo para evocar reflexiones más profundas sobre la existencia humana y el destino.
¿Dónde Verlo?:
La pintura se encuentra actualmente en el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York, donde sigue siendo una de las obras más celebradas de Moreau, ofreciendo a los espectadores una rica narrativa visual de mito, intelecto y el poder del destino.