Por Manuel Viera ()
La Habana.- El sujeto al que corresponde el perfil de la foto (abajo) responde al nombre de José Benito Serrano. Les cuento que hace un par de días este hombre mató públicamente a la gata de su vecino delante de muchas personas, entre ellos una niña de 11 años que vivía con la pequeña gatita de tres meses. Al sujeto se le hizo una denuncia, pero no le ocurrió absolutamente nada.
Resulta que, según el Código Penal Cubano, solo tipifica como delito el empleo de animales para juegos ilícitos o actos de violación sexual, pero del maltrato animal nuestra flamante normativa penal no habla una palabra, y al parecer se consideran hechos de baja peligrosidad social, o sea no dan valor alguno a la vida de un animal.
Con el mayor respeto de los animalistas que negociaron o, para decirlo correctamente, participaron en la redacción del Decreto Ley 31 «De bienestar Animal» de 16 de febrero de 2021, debo decirles que la norma es una porquería. Se reduce a regular la interacción entre tenedores de animales de producción o de compañía, a proteger los intereses del Estado en materia de legalidad, salud pública y veterinaria, pero para nada se preocupa por proteger realmente a los animales.
La sanción más grave que se impone al dueño que maltrate a su animal apenas llega a cuatro mil pesos, un monto que, para cualquier emprendedor, negociante o «inventor» es menos de un día de trabajo.
Eso es equiparar la vida animal a una camiseta o a una pata de un pantalón, sin tomar en cuenta el valor espiritual, la unión afectiva que pueda existir entre esa mascota y sus dueños, el gasto que ha representado el mantenimiento y cuidado del animal, y la salud mental de sus dueños, muchas veces niños y ancianos que sufren su pérdida.
No desalientan con la aplicación de esas contravenciones al abusador de animales que sabe que pagará poco o nada por sus actos e irá a casa a dormir con el expediente limpio.
Al sujeto de la foto, cuyo perfil de Facebook, por cierto, ha sido restringido, no le ocurrió nada tras la denuncia, pues el hecho de matar un animal afectivo públicamente frente a sus dueños no es un delito en un país donde hay gente presa cinco años por hacer un meme y donde hay muchos jóvenes, casi niños, cumpliendo condenas de entre 10 y 25 años de prisión por tirar cuatro piedras.
Al llegar a su casa, lo esperaba el dueño de la gata para reclamarle al menos unas disculpas y aquello derivó en un altercado público entre hombres.
Hoy, el asesino de gatos está en su casa y el dueño de la gata asesinada está detenido en un calabozo. Todo por el vacío de las normas que, aunque en Cuba se escriben sin parar, están llenas de defectos, huecos y lagunas que las hacen casi en su totalidad letra muerta.
Todo por la absurda flojera del legislador. Todo porque la vida animal no vale un pepino en Cuba.
Ahí se los dejo… José Benito Serrano, que reside en Playa, acá en La Habana. Si lo ven por las calles, ya saben quien es: ¡El asesino de gatos!