SIMULACIONES DEL RELATO CUBANO

CUBASIMULACIONES DEL RELATO CUBANO

Carlos Cabrera Pérez

Majadahonda.- La dictadura más antigua de Occidente ha conseguido imponer su relato de que los problemas de Cuba son económicos y que su principal culpable es Estados Unidos; hasta el punto que voces de prestigio y Radio Bemba comulgan con el ideario tiránico.

Cuba vive un drama político con más de mil reos de conciencia en las cárceles, un modelo inservible de partido y prensa únicos, una represión despiadada contra opositores, activistas y comunicadores y un estado fallido que no garantiza libertad, alimentos, medicinas, seguridad social, agua potable ni electricidad, solo vigilancia.

Obviamente, en esta imposición hay una responsabilidad compartida por la mayoría de la oposición que sigue sin entender la política como un trabajo multisectorial que contraponga un gobierno y programas alternativos a los dictados tiránicos, y tiende a limitarse a denuncias periódicas, contactos ideologizados con políticos y diplomáticos extranjeros y sin influencia real sobre una mayoría de cubanos que sufre por casi todo y anhela un rabo de nube.
Los intereses de Cuba y su pueblo nunca coincidirán con los de estados extranjeros y son los cubanos quienes deben protagonizar la sustitución del viejo régimen de difuntos y flores por la democracia y la justicia social.

La casta del marabú está ensimismada en el reparto de su piñata; influenciada por la apropiación indebida de orteguistas-rosaristas y tardochavistas y algunos, como el primer ministro Marrero -cruz de Cuba por la gracia de Raúl Castro- tiene la desfachatez de criticar a cubanos que importaron; con su dinero, carros lujosos y grandes consumidores de combustibles; mientras él viaja en una yipeta Toyota de gran cilindrada y retoza en su piscina con barbacoa aledaña; canonjías que nunca ha pagado.

Pese a la gravedad de la crisis cubana; voces como la del prestigioso escritor y periodista Leonardo Padura evita explicar en los medios de comunicación; a los que tiene acceso franco, que la raíz del empobrecimiento y la desigualdad es esencialmente política y, lamentablemente, acaba de reducir la tragedia a un cálculo aritmético entre lo que percibe su mamá como pensión y el coste de un cartón de huevos. Demasiado simplista para un hombre bueno, instruido y que sabe por dónde le entra el agua al coco.

Otros analistas coinciden parcialmente con la visión de Padura -que ha sufrido y sufre lo suyo por vivir en Cuba- en el enfoque económico del problema, evitando abordar la ausencia de democracia y las violaciones de los derechos humanos; incluidos los políticos y sociales, porque sin libertad no hay espacios para casi nada.

La actitud de unos y otros obedece a una mezcla de militancia socialista; creen que ser rosado es menos malo que ser rojo y el lógico pragmatismo que impone sobrevivir en el capitalismo de estado, donde la cultura está financiada y controlada por la izquierda, con particular énfasis desde 1968.

Por si fuera poco, ya se ha hecho crónico que, cuando un cubano ejerce su libertad de expresión, otros inmediatamente salgan a atacarlo y criticarlo despiadadamente, reproduciendo un debate absurdo porque ambos contendientes -con matices- son víctimas del anticubano partido comunista.

La normalización de la represión está tan asumida, que muchos cubanos que disfrutan de un nivel de vida superior al de la mayoría de sus hermanos, asumen un discurso político templado, que obvia criticar injusticias del régimen, mientras emigrados evitan manifestarse públicamente y manifestar en redes sociales un criterio sensato sobre la barbarie vigente desde hace 65 años.

Con miedo disfrazado de prudencia tacticista y medias verdades no puede llegarse lejos frente a un modelo totalitario dispuesto a retener el poder todo el tiempo posible y, mientras unos cubanos se desguazan entre ellos y otros simulan en diferentes grados para conservar ventajas materiales, la nación se hunde en el fanguero comunista.

La virtud sin honradez, carece de sentido; la política descerebrada es simple pataleo y la prosperidad nunca es completa en un descampado con más mendigos que millonarios y más represores que universitarios.

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