Por Manuel Viera ()
La Habana.- Desde que amanezca este domingo Brenda me tendrá de acampada bajo una sábana en el patio buena parte del día. Entre caramelos y galletas, así que escribiré desde temprano, pero de un tema bastante complicado, polémico y difícil de abordar. Usaré a Heráclito precursor de la dialéctica marxista, creo que es lo único que verdaderamente aprecio de Marx… que sean los criterios los que fomenten un debate de contrarios del que espero surja algo bueno.
Resulta que hace dos días me encontraba en cierto lugar «importante», repleto de funcionarios, y a mi lado dos de esos personajes conversaban, uno de ellos aparentemente ocupa algún cargo importante en materia de educación primaria y le decía al otro… “¡La ministra va a tener que emitir una resolución, se va a tener que pronunciar porque yo no sé qué hacer!»
Resulta que en la villa en la que albergan a los profesores que traen del campo para completar plantillas en la capital, dos profesores esperan a ser ubicados en una escuela primaria, dos profesores que son travestis. Al parecer ya al hombre le están haciendo oposición al respecto, incluso me pareció que desde lo personal él mismo tenía su propio conflicto.
Es cierto que se aprobó un Código de Familia que da toda la libertad en materia de identidad sexual, toda la libertad que no tenemos en casi ningún otro ámbito de la vida. Vivimos en un país laico, a las escuelas primarias van muchos niños que se crían en hogares donde se profesan religiones que en muchos casos no les permitirían ver con buenos ojos ese tipo de conducta.
También es cierto que, en virtud del Código aprobado, esos profesores tendrían derecho a enseñar a leer y escribir a nuestros hijos, pero, por otra parte, los padres también tendrían conforme a lo regulado en el propio instrumento el derecho a decidir sobre la educación de sus hijos.
Entonces, ¿hasta dónde la escuela tiene el derecho a imponer la presencia de esos maestros en la primaria y hasta dónde tienen los padres el derecho a no aceptarlo?
Ahí se los dejo y espero que puedan anteponer criterios contrarios en santa paz. No emitiré ninguno, pues mi criterio al respecto podría condicionar el del lector, y como siempre me es mucho más importante el criterio de ustedes, ese al que tienen derecho sea cual sea.