Pore Hermes Entenza ()
Nuremberg.- Cuando en los años 60’s el castrismo decidió llamarle bitongos, maricones, pendejos, inadaptados y serviles al capitalismo inhumano, a quienes saludaban dando los buenos días o buenas noches, a quienes daban las gracias, a los que sabían comportarse frente a otras personas, –que dejaron de ser «prójimos» porque el término tenía cierta sonoridad religiosa– la sociedad iba caminando directamente al abismo.
Fueron tantos años de vulgaridad, de suciedad espiritual, que Cuba, desde hace mucho tiempo, pasó el punto de no retorno.
En agosto han sucedido hechos violentos donde perdieron la vida cinco personas, incluidos dos menores.
Basta leer en las redes sociales par de veces en la semana para ver cómo el índice de feminicidios crece, cómo la violencia se ha convertido en la llave maestra para sobrevivir en medio de la miseria económica, y lo que es más grave, la miseria espiritual de una nación que le fue cercenada de un tajo, toda la manifestación de espiritualidad, que no tiene que ver, necesariamente, con la fe religiosa.
Las redes sociales son las únicas plataformas que posee el pueblo para conocer, actualizarse, y hacer trincheras contra el absurdo de una prensa oficial que es muda ante la realidad del país, y el gobierno invierte horas, recursos, energía y neuronas (en caso de tenerlas), chequeando qué escribe cada ciudadano y persiguiendo a los que pacíficamente muestran desacuerdo con el sistema impuesto. Para la maquinaria ideológica, más grave y peligroso que un asesino, es una persona que diga lo que piensa.
Toda esta debacle se veía venir; era visible el deterioro del «alma del país», apartada y minimizada por una estrategia que construyó un ciudadano agresivo, vulgar y guaposo.
Hoy se está recogiendo la cosecha, y después de seis décadas de tierra abonada y hábilmente sembrada, ha nacido el modelo previsto: un ser sin inquietudes sociales, sin escrúpulos éticos, y capaz de asesinar por unos dineros.
Se veía venir desde hace muchos años, desde que el Estado centró su persecución contra los intelectuales, los religiosos y contra los que simplemente alzaron su voz. Las calles cada día son más peligrosas y letales, mientras el aparato policial se rompe la cabeza tratando de saber cómo piensan los que disienten.
Cuba será irredenta hasta que un gobierno honesto restaure la espiritualidad ecuménica, la visión de un todo en el alma de cada ciudadano.
