VOTAR NO ES SINÓNIMO DE ELEGIR

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFEVOTAR NO ES SINÓNIMO DE ELEGIR

Por Jorge Sotero ()

La Habana.- En un artículo reciente, el Padre Alberto Reyes Pías, hacía una distinción entre elección y votación, y al leerlo no pude menos que llevarlo a Cuba, a su situación, a lo que hemos vivido en estos últimos años, basado en mi experiencia desde los tiempos en que era un niño, allá en Cumanayagua.

Ante todo, quiero dejar claro que el gobierno cubano lo tiene todo previsto en todas las instancias, desde la votación para escoger al jefe de un destacamento en un aula de segundo grado en Songo, hasta aquellas para seleccionar a un diputado a la Asamblea Nacional.

Para escoger al jefe del destacamento, antes de que se produzca la selección, o las propuestas, el director de la escuela, en presencia de los dirigentes de las instituciones políticas, le pregunta a la maestra por el niño con más influencias (positivas) en el resto. Si hay alguno con liderazgo, pero viene de una familia que no comulgue con el castrismo, con un padre medio disidente, o un abuelo que haya estado contra el gobierno, a ese lo descartan al momento.

Luego, en el proceso de nominación, a voz, los que dirigen la reunión no tomarán en cuenta jamás a ese niño. Esperarán a que alguno se refiera a otros, lo aceptarán, y si no fuera así, manipularán la votación, poniendo a uno por delante, contando mal, haciendo mil artimañas. Funciona así desde edades tan tempranas como los seis o siete años.

De ahí para adelante se emplean otras mañas: donde hay comité de base de la juventud comunista, desde arriba les dicen con antelación a quién hay que proponer, y por quién votar. Y si se trata de las asambleas para escoger delegados del Poder Popular, ídem.

Con antelación, los jubilados que controlan todo en el barrio tienen las orientaciones: «cuando pregunten a quién proponen, tienen que levantar la mano antes y dar los nombres de Fulano, Mengano y Perancejo. Bajo ninguna circunstancia puede salir Sutano, que está vinculado con la (supuesta) oposición».

Si en algún lugar se escapa alguno, se manipula la votación, se cambias las boletas, pero al final salen los que ellos quieren. Luego, más arriba, para escoger a esos que van a alzar la mano y hacer apuntes a la Asamblea Nacional, no hay casualidad. Lo tienen todo amarrado, y si algún día vas a una urna y depositas una boleta, no creas que has elegido a nadie, solo has votado. Nada más.

Con este sistema, al que el fallecido sátrapa en jefe considero alguna vez como el más democrático del mundo, no habrá fisuras para acceder al gobierno, y solo deja dos opciones para sacarlos de allí: una manifestación popular gigantesca, como la que estuvo a punto de ocurrir el 11 de julio de 2021 y que se malogró, para terminar después en una represión brutal y el encarcelamiento de más de mil jóvenes, en su inmensa mayoría inocentes.

La otra opción sería la de las armas, y esta parece imposible, porque ningún país vecino, incluyendo Estados Unidos, se prestaría para permitir el entrenamiento de grupos de cubanos que quieran pelear por la libertad de su país.

Eso quiere decir que, por muy apretada que esté la situación en Cuba, por más que apliquen medidas y más medidas para convertir en cada vez más pobres a la ciudadanía, las posibilidades de sacarlos del poder, siempre serán mínimas. Porque lo tienen todo tan bien atado que resulta casi imposible.

Y luego, ni una supuesta elección, como ocurrió en el caso de Venezuela, resolvería mucho, porque se encargarían de robársela, como hizo Maduro esta vez, en 2018 y en 2013. El Chavismo se roba las elecciones, como hace Daniel Ortega en Nicaragua, y no lo hacen para que el pueblo esté mejor, sino para mantener su estatus, para que sus allegados lleven una vida buena, tranquila, y el pueblo se muera de hambre, como ocurre con el cubano.

Lo peor de todo esto es que el mundo, el supuesto mundo libre, el occidente democrático, hace oídos sordos y sigue colaborando con el régimen cubano, apoyando a Maduro. Continuan sin imponer sanciones, sin condicionar a estos ladrones que se han encargado de tomarse como propios los destinos de nuestros países.

A es ritmo y con la depauperación galopante que vive Cuba, en unos años, muy pocos, seremos una isla vacía, con algunos hoteles, también vacíos, y algún otro Castro en el poder, tal vez con el título de rey y unas charreteras brillantes al más puro estilo Khadafi. Nos toca a nosotros cambiar el destino a ver si un día podemos elegir y no solo votar.

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