Por Braulio JPH
La Habana.- Los cubanos viven una odisea infinita. Y es que, dentro de la isla, cualquier proceso, sencillo en el resto del mundo civilizado, se complejiza de forma exagerada. Ocio incluido. Y ahora, que la nueva temporada europea de fútbol se aproxima, muchos jóvenes se preguntan dónde ver los partidos de sus equipos favoritos.
En las últimas dos décadas, el más universal de los deportes ha ido ganando terreno como deporte más practicado y seguido por el aficionado cubano. La vegetativa Serie Nacional no ofrece atractivo de ningún tipo para los más jóvenes, que han preferido entregar sus aficiones deportivas a clubes de primer nivel mundial como Real Madrid y FC Barcelona.
Hace algunos años, muchos aficionados, periodistas y hasta “dirigentes” se asombraban con la circulación de un documental donde jóvenes de distintos estratos sociales anunciaban sin vergüenza que preferían observar un partido de Primera División española a “disfrutar” de los clásicos beisboleros cubanos. Y, aunque en aquel momento se les tildó de minoría y estar cegados por el glamour del fútbol, los años terminaron otorgándoles la razón.
Sin embargo, ver fútbol en Cuba no es tarea sencilla (como no lo es nada en la isla). Durante años, Cuba gozó de impunidad mientras transmitía encuentros de las principales ligas del mundo de manera ilegal, sustentando sus emisiones con señales piratas.
En un inicio, los partidos casi siempre eran retransmisiones de encuentros efectuados durante la semana, y que se proyectaban los sábados al mediodía. Pero esta cifra fue aumentando. Fue entonces que aparecieron los programas dedicados al fútbol sudamericano y, en algún momento, se volvió común que todos los días se proyectaran juegos de distintas ligas.
No obstante, llegó el momento que el sueño de mantener a millones de cubanos disfrutando del mejor fútbol mundial a costa de trasmisiones ilegales se convirtió en pesadilla. Fue ahí cuando los aficionados futboleros en la isla empezaron a sufrir por la escasez repentina de partidos en sus pantallas, llegando incluso a perderse la final de la UEFA Champions League del 2022.
Durante unos años, Cuba consiguió los derechos de trasmisión de la Bundesliga alemana, lo que le permitía ofrecer dos encuentros por jornada y un resumen semanal. Pero, a pesar de los muchos seguidores que poseen equipos como el Bayern Múnich y el Borussia Dortmund, este torneo no tenía la demanda que si poseían campeonatos más atractivos para el fanático cubano, como son La Liga española o la Premier League inglesa.
Para suerte de muchos, el internet, como en tantas otras áreas de la vida nacional, vino a ser un bálsamo.
A través de las redes sociales, los jóvenes comenzaron a seguir los partidos mediante aplicaciones móviles como OneFootball. También muchos preferían disfrutar los juegos usando links piratas que se compartían en grupos de Facebook o canales de Telegram. De esta forma conseguían admirar el talento de Messi, Cristiano Ronaldo o Neymar Jr.
Mientras esto sucedía, el canal especializado en deportes Tele Rebelde comenzó a ofrecer una parrilla futbolística bicéfala, sustentada en los clubes españoles Real Madrid y Barcelona. Y, aunque estos dos equipos son por amplio margen los más seguidos dentro de la isla, se empezó a obviar a muchos equipos importantes como el Chelsea, que incluso cuenta con peña oficial en La Habana. Esta ha sido una tendencia que se ha mantenido en el último trienio.
Salvo eventos excepcionales, merengues y culés dominan el panorama futbolístico los fines de semana. Mientras, el aficionado se ve obligado a batallar con la conexión a internet para disfrutar los partidos de fútbol online en sitios piratas como Tarjeta Roja o Fútbol Libre, que deben cerrar cada cierto tiempo por la persecución policial que sufren al vulnerar derechos de propiedad intelectual.
Lo curioso, y hasta cómico, es que, durante distintas emisiones, se ha podido observar como Tele Rebelde ofrece sus partidos transmitiendo una señal obtenida de estos sitios dudosos. Al parecer, han recurrido a la vieja práctica que tanto fruto les dio al verse imposibilitado de adquirir los derechos de trasmisión de las principales competiciones. Es entendible que esto suceda, pues con la crisis que sufre el país, el ICRT jamás pagaría las millonarias cifras que son necesarias para adquirir dichos permisos.
Mientras esto sucede, de una forma o de otra, los cubanos siguen gritando cada gol o atajada; disfrutando de los jugadores más talentosos, aunque sea a través de sinuosas vías.
