Por José Raúl Gallego ()
Esto que estamos viendo ahora, que pudiera ser un nuevo capítulo de «la contracción», «la contrarreforma», el «paso hacia atrás», es lo mismo que ya vimos cuando el período especial y luego cuando el ascenso al poder de Raúl Castro.
Cuando el régimen se ve con el agua al cuello planifica una apertura controlada del sector privado, que vende al exterior (con la ayuda de sus agentes de influencia) como una reforma que pudiera llevar a una democratización del país, mientras deja que los privados ayuden un poco a mejorar la situación económica y aprovecha para, desde sus privilegios, que sus familiares y testaferros levanten sus propios negocios. Luego, cuando la gente empieza un poco a despegar y cuando la competencia empieza a entorpecerle sus negocios, dan para atrás a base de decretos, cárcel, decomisos, multas e impuestos, mientras culpan al privado de ser responsable de las miserias del pueblo.
Es el mismo guion que se repite una y otra vez, pero lamentablemente siempre hay quien cae. La oposición de una parte de la sociedad cubana al tema de las mipymes, no solo era porque serían usadas por el régimen para buscar concesiones externas, burlar el embargo y enriquecer aún más a la cúpula y sus enchufados; sino también porque se trataba de una soga en el cuello a gente honesta y emprendedora, que debido a la falta de derechos y al carácter abusivo del régimen, iban a perder, en el mediano plazo, lo que con esfuerzo habían luchado. Pérdidas que podían incluir hasta la libertad, ya que en Cuba es imposible hacer negocios sin cometer alguna ilegalidad, porque el sistema está diseñado para eso. Porque necesitan a la gente pobre y dependiente, para someterlas con más facilidad. Así ha sido desde 1959 y eso no ha cambiado y ellos no van a permitir que cambie.
Y estos para alante y para atrás no se tratan de discusiones entre tendencias dentro del gobierno. Eso es falso. Se trata de una estrategia concebida y ejecutada con éxito por los que tienen el poder en Cuba. Su reiteración así lo demuestra, junto al hecho de que en Cuba siguen mandando los mismos.Lamentablemente, la gente que no quiere o no puede irse de Cuba, busca la manera de prosperar o al menos sobrevivir al margen del Estado y eso es loable. Pero, deberían tener en cuenta que estas «aperturas» siempre vienen con fecha de caducidad, que su capital se está moviendo sobre una navaja más filosa que en cualquier otro lugar del mundo y que no hay ningún tipo de garantías para su inversión.
Cada quien sabe lo que arriesga y hasta donde, pero como decía mi abuelo: el mejor negocio que se hace con esta gente, es no hacer negocios.
