LA LIBERTAD DE CUBA Y LA MUERTE DE VITO

CULTURA Y FARÁNDULALA LIBERTAD DE CUBA Y LA MUERTE DE VITO
Por Mauricio Mendoza ()
Las Palmas de Gran Canaria.- Cuando yo era niño, Leonardo J. Chamizo me decía que yo era Mauricio el de Dany y El Club de los Berracos. Y me cantaba la cancioncita “Yo soy Mauricio te saco de quicio y si no te gusta, te tiras de un precipicio”, y aunque el Chami me estaba dando chucho yo me reía porque en verdad yo sacaba de quicio a cualquiera.
Además, yo le cantaba “Vamos a despingar al delegado, al delegado de nuestra circunscripción” de Porno para Ricardo, porque su papá EPD era el delegado del barrio.
En esos tiempos jamás imaginarme que algún día iba a conocer al creador de esos animados que circulaban de flash en flash por toda Cuba, ni siquiera me preguntaba quién hizo esto.
A Víctor García Cedeño lo conocí a raíz del 27N. No consolidamos una amistad profunda, pero me caía bien por el humor ácido que tenía. En redes sociales a cada rato estábamos encontrados con nuestros puntos de vista con respecto a Cuba. Sin embargo, Vito era de esas personas que no se iba a lo personal con nadie, más bien, cuando se cansaba te comenzaba a trolear y yo que soy otro troll terminaba echándome unas risas detrás del móvil y pensando qué ocurrencia responder sin que faltara el sentido del humor. Así eran los debates con Víctor Alfonso y no solo conmigo, también con Maykel González Vivero que decía que Alfonso era su amor de redes.
Personas así, que pueden debatir, reírse y estar en contra sin limitar las libertades del otro hay muy pocas. El castrismo nos ha legado ese pésimo sentido del humor, donde lo más mínimo lo tomamos como un insulto de reto a duelo. La noticia de su muerte nos oprime el corazón a todos los que le conocimos y vimos su obra. Sabíamos que siempre estuvo esa posibilidad, pues hace años su estado de salud era delicado.
A pesar de la tristeza, me reconforta saber que murió en Miami y que pasó los últimos años de vida en una sociedad que, si bien no es perfecta, tenía una mejor calidad de vida y pudo disfrutar de conocer un sitio nuevo. Morir en Cuba en estos momentos, con una enfermedad tan delicada como la de él, aunque sea el país propio, no es digno. Por otra parte creo que nadie debe morir sin viajar.
Vito es otro de los tantos cubanos que se han ido de este plano sin ver a su tierra libre o más democrática; y eso me hace repensarme el sentido de muchas cosas que son mi cotidiano y sobre todo en temas de política. Pedimos libertad, pero sin embargo es el propio cubano el mayor verdugo del cubano en todas las latitudes que nos encontramos. Por esa razón creo que no vale la pena inmolarse por una tierra que está maldita.
El tiempo en vida hay que aprovecharlo, porque no sabemos cuándo diga hasta aquí. Viajar, crecer, conocer y ser felices sin hacerle el mal a nadie también es la libertad. La individual y más primordial de todas porque no depende de nada externo.
Es duro ver lo que pasa en Cuba, sí, pero quizá es el precio Kármico de todas las personas que apoyaron al sistema y los desmanes que cometió desde el primer día Fidel Castro. Quizá alguno de nosotros logre un cambio real en Cuba, o quizá nos toque morir sin verla próspera. Da igual. Lo importante es no dejar de ser libres de cuerpo y alma, nos encontremos donde nos encontremos.
El día que se pierde la sonrisa, donde quiera que vivas vas a ser preso de tu propia amargura. Vuela alto Vito, y que tu sonrisa no deje de acompañarnos, gracias por esos debates donde no faltaba el sentido del humor. Me quedo con eso y con tu obra sacadora de quicio.

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