CRONOLOGÍA DE UN ASESINATO EN LAS TUNAS

CUBACRONOLOGÍA DE UN ASESINATO EN LAS TUNAS

Por Sandra Reyes Gregori (Facebook)

Las Tunas.- Dos hermanas se ponen de acuerdo para darle la sorpresa a su madre y planean su viaje juntas a Cuba. La mayor, Yaneidys Barea Gregori, procedente de Angola. Y la menor, Sandra Reyes Gregori, proveniente de Uruguay, llegan a su municipio natal Jesús Menéndez, en la provincia de Las Tunas el día 20 de junio.

Al día siguiente, 21 de junio, la familia recibe la visita del doctor Miguel Escalona, Director de Higiene y Epidemiología del municipio y quien, además, es conocido de la familia y había sido colega de Yaneidys. Él le sugiere cuanto antes asistir al policlínico para que se realizara el análisis de sangre denominado Gota Gruesa, pues este examen debe de ser realizado a los viajeros que llegan de países como Angola, donde existen enfermedades endémicas como la Malaria, y sólo a través del mismo se puede confirmar o descartar la presencia del virus.

Estando aún en casa de la familia, el doctor antes mencionado se pone en contacto por teléfono con Lázara, quien trabaja en el laboratorio del policlínico del municipio y le pide que atienda a Yaneydis. Lázara le indica que pase el lunes temprano para hacerle la referida prueba.

Transcurrido el fin de semana, el lunes 24 de junio, temprano en la mañana, Yaneidys en compañía de su hermana Sandra, llega al policlínico Mario Pozo. Allí le toman las muestras necesarias y luego retornan a su hogar.

El martes 25 de junio, Yaneidys comienza a presentar síntomas: fiebre, dolores musculares, náuseas, síntomas que en los días posteriores se fueron haciendo más fuertes, y aún los resultados de los análisis no estaban. Fueron tres las ocasiones en las cuales el tío de Yaneidys, quien también pertenece a la rama de Salud, visitó el policlínico para recoger los resultados, sin éxito alguno.

La familia, como suele ser normal, pensó que los análisis habían dado negativo pues nadie se comunicaba con ellos. Entonces, debido a la alta incidencia de dengue y fiebre Oropouche, que existe en el municipio, empezaron a pensar que Yaneidys se había contagiado con uno de ambos.

Ya para el 30 de junio Yaneidys empezó a tener falta de aire, y hubo un cambio alarmante en la coloración de la orina. Al ver esta situación, al día siguiente, primero de julio, Yaneidys acude, en compañía de sus familiares, al policlínico. Fue temprano para que le realizaran otros análisis para ver qué estaba ocurriendo. Poco después, entre las 10 y las 11 de la mañana, una laboratorista llama al tío de Yaneidys para decirle que los análisis realizados habían salido alterados.

Logrados resultados positivos en sector de la salud en Jesús Menéndez en el año 2020.Alrededor de la una de la tarde de ese mismo día, el tío de Yaneidys acude a la casa de la familia y le informa a Yaneidys que debe ir para el hospital para que fuera evaluada por un médico. Cuando llegan al hospital, el doctor Elder López la atiende y le hace el examen físico, revisa los análisis que le habían hecho y le pregunta si le habían realizado la Gota Gruesa. Ella dice que sí, pero al no tener resultados del mismo pensaban que había salido negativo. Después de observar el cuadro clínico que presentaba la paciente, decide dejarla ingresada en el hospital.

Al principio la familia duda en dejarla ingresada, pues no es un secreto el pésimo estado y la carente higiene de las instalaciones médicas, pero al final decidieron ingresarla en el hospital para prevenir posibles complicaciones.

Al llegar al hospital, los familiares observan con disgusto cómo, en la consulta, los médicos se encontraban comiendo, tomando helado, conversando entre ellos, incluso mientras atendían a Yaneidys, con tranquilidad, como quienes estaban en un patio de recreo. Le hacen preguntas de control, y ella aclara que había arribado al país, procedente de Angola. Alrededor de las cinco de la tarde fue ingresada en la sala donde se atienden los casos de dengue, y el cuidado estuvo a cargo de su tío, quien es enfermero de ese hospital, porque ese día no hubo cuidado de ningún médico.

El martes, 2 de julio, el doctor Elder López, a las nueve de la mañana, fue a ver a Yaneidys, y se alarmó por los síntomas que estaba presentando y decide reunirse para analizar seriamente su caso. Fue entonces cuando se percataron de que el análisis que le habían tomado para practicar la Gota Gruesa nunca había sido enviado para su evaluación, y deciden entonces remitir a Yaneidys para el Hospital Provincial en Las Tunas, debido a su seria sintomatología.

Estuvieron esperando por la ambulancia desde la una hasta las seis de la tarde, mientras Yaneidys empeoraba y sus síntomas eran totalmente visibles.

Yaneidys y su tía arribaron al cuerpo de guardia del hospital provincial entre las siete y ocho de la noche y allí, una vez más, aún en su estado, fue víctima de total desinterés, prácticamente ignorada por el equipo médico de guardia. Durante el tiempo de espera se logra reunir a Yaneidys y su tía Sandra, la hermana menor, quien estuvo al lado de su hermana todo ese tiempo.

A Yaneidys se le debía realizar un ultrasonido y le pidieron que fuera caminando hasta donde debían hacerlo y luego debía esperar 45 minutos por el resultado. La demora era grande y el estado de Yaneidys iba en deterioro. La tuvieron esperando todo ese tiempo en un banco y como ya no tenía fuerzas, los familiares al ver la situación y la demora e insensibilidad del personal, empiezan a exasperarse y aclaman por atención urgente.

Autoridades reconocen falta de enfermeros mientras el régimen continúa exportando personal sanitarioSe desesperaron, como es lógico, y pidieron una y otra vez que la atendieran, que casi no tenía fuerzas. Ante los reclamos de los familiares, un técnico llama y pide que baje un especialista para que atienda rápido a la paciente para que «sus familiares quejosos, no sigan quejándose más” (una falta total de respeto y consideración con alguien que ya no tenía fuerzas ni para hablar), pero no fue hasta las 11 de la noche que fue ingresada en la sala de infecciones.

En ese momento tenía dolores fortísimos, fiebre alta, falta de aire y su abdomen visiblemente inflamado.

El miércoles 3 de julio le continuaban pasando sueros para mantenerla hidratada, pero no se le administró ningún medicamento para combatir la malaria, pues a esas alturas aún no se sabía de qué estaba padeciendo. Esa misma noche sus síntomas fueron agravándose muchísimo más hasta alrededor de las ocho de la noche. Ya para las dos de la madrugada del jueves 4 de julio su presión arterial empieza a decaer, el equipo de cuidados intensivos logra estabilizarla y entonces la trasladan a terapia intensiva pero ya fue demasiado tarde, porque para ese momento su estado era crítico.

Se confirma entonces que era positivo a la Malaria, con un análisis que le realizan entre las ocho de la noche del miércoles 3 de julio y las dos de la madrugada del jueves 4 de julio.

A pesar que en la sala de terapia intensiva Yaneidys recibió todas las atenciones necesarias ya era demasiado tarde, pues ya la enfermedad había comprometido sus órganos haciendo que los mismos fallaran, provocando luego un paro cardíaco que le causó la muerte.

Yaneidys Barea Gregori salió de Cuba con destino Angola, donde se estableció. Abandonó su país para darle una vida mejor a su familia y para tener un mejor futuro en todos los ámbitos. Después de un año y ocho meses regresa a casa con el único objetivo de estar con los suyos y abrazar a su madre y seres queridos. Ni ella misma sospecharía que sería su último viaje, que serían sus últimos abrazos, sus últimas fotos familiares.

A Yaneidys, más que la Malaria, la mató la negligencia, la morosidad, el desinterés, la falta de profesionalismo, la falta de empatía, la falta de conocimientos de un grupo de mal llamados médicos, los cuales hicieron un juramento hipocrático que al parecer ya olvidaron.

Todos los galenos de respeto que han dado su criterio respecto al caso de Yaneidys Barea Gregori coinciden en lo mismo: El paludismo -o Malaria- si se trata con prontitud, y se sigue el protocolo correspondiente, no tiene porqué terminar, precisamente, con la vida del paciente.

En este caso, transcurrieron ocho días desde que se le tomó la muestra inicial, la cual nunca llegó a ninguna parte, hasta el día que realmente se supo que había dado positivo. Fueron ocho valiosos días, en los cuales, si se hubiera actuado de forma consciente y correcta, hoy su madre no estuviera lamentando su muerte, ni su padre ni su hermana estuvieran devastados por la situación.

La potencia médica, una vez más, ha dejado una familia incompleta por negligencia.

Nota de la Edición: ¿Tendrá algo que ver la despreocupación con que la doctora ya no formaba parte de las misiones médicas del castrismo? Solo pregunto…

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