Por Ileana Medina
Tenerife.- A veces veo por aquí obituarios de gente a la que todo el mundo quería mucho. Pero mueren solas, incluso días en su apartamento sin que nadie sepa de ellas. O tras largos períodos de deterioro en los que nadie hizo o pudo hacer nada por ellas.
Eso me sobrecoge mucho. Me lleva a esa idea que siempre me ronda de que el amor no puede ser un sentimiento, tiene que ser acción. Pero a la vez parece plantear que nadie puede salvar a otro de sí mismo, ni uno a sí mismo tal vez tampoco. O que es más fácil ayudar a desconocidos que a cercanos, o que es más fácil ser héroe un día que estar presente muchos. O que estamos muy lejos aún de que el amor pueda salvarnos. O que hacemos lo que podemos, y lo que podemos es siempre poco en la lucha de la vida.
También hay gente que hace, y hay que reconocerlo más.
Me parece importante el tema de lo que tenemos para dar… es un dedo en la llaga. No es fácil hablar de él, porque primero tenemos que conocernos a nosotros mismos, nuestra propia precariedad emocional. De eso va el «conócete a ti mismo». Y el «no veas la paja en el ojo ajeno».
Intuyo que el gran problema de la humanidad es la falta de amor, y que es muy díficil sacar amor de donde no tenemos, quizás lo más díficil de todo, la piedra filosofal.
El amor como energía vital que nos construye, y que nos permite intercambiar con los otros. El cuidado como forma tangible del amor. El servir como forma principal de dar amor. Las religiones y sabidurías varias del mundo lo han sabido. Pero una cosa es predicar y otra llevarlo a la práctica. Por eso al final pedimos que Dios nos ampare.