NO MARKET

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Por René Fidel González ()
Santiago de Cuba.- Envuelto en capas de violencia económica y corrupción política que disuelven lentamente lo que fue un extendido y poderoso Estado, está ocurriendo el proceso de desregulación de la economía cubana y del acceso a su control.
La inseguridad jurídica que sufren actores protagónicos y secundarios -y los espectadores- de ese proceso es su aparente expresión, pero el complejo y diverso frenesí legislativo que le acompaña es la niebla que encubre lo que resulta lo esencial al poder en este momento transicional al capitalismo cubano sub-subdesarrollado.
La desregulación de la economía de un país no es nunca en sus formas de materialización una rebelión contra un régimen económico y social, mucho menos una revolución.
Por las contradicciones y disputas, las incertidumbres, los proyectos y alianzas de élites políticas, institucionales y económicas que la generan, organizan y llevan a cabo, y por su ejecución es por definición una conspiración, cuya principal regla es que sus actos claves permanezcan ocultos dentro de decisiones públicas y de aparente interés general, la bonanza, el caos o la desintegración social.
Todo recurso será considerado válido por los conspiradores para lograr sus propósitos.
Como garantía del éxito o de la futura impunidad de los actos y las consecuencias que persiguen, sus gestores a menudo construyen, promocionan o sostienen la existencia y densidad de sistemas de exclusión política de los ciudadanos y campañas de aniquilamiento o enajenación del más mínimo sentido y connotación de la política, de las estructuras y sobre todo de las decisiones del Gobierno y el Estado, como bienes y actos públicos.
Si tales campañas son decisivas y se emplean bajo el principio de saturación de las prácticas y los procesos de socialización política y de los medios de comunicación, la efectividad en el control de los enemigos potenciales y reales de una conspiración de este tipo, es muy versátil y efectiva.
Lo suficiente como para hacerles entender a cualquiera de ellos de forma anonadante, que revelar su existencia, oponerse a ella y sus distintas tramas y procesos, ponerla en riesgo y con ello a sus objetivos a corto, mediano y largo plazo, es el límite a partir del que, los que lo hagan, serán conscientes que están siendo tratados como todo aquel que pretenda disputar el control del verdadero poder.
En el bucle del subdesarrollo en que estamos la política y el poder es un iceberg casi completamente sumergido, deliberadamente oculto a los ciudadanos: de eso trata también el subdesarrollo político.