Por Oscar Durán
La Habana.- La dictadura cubana piensa que está dando un escarmiento con los reportes televisivos sobre corrupción. Están muy lejos, pero muy lejos de lograr un escarmiento dentro de la población. Para empezar, el cubano no ve noticiero. Y lo otro, no menos importante: en Cuba está corrupto hasta Jorgito, el león nacido hace unos días en el zoológico de Sancti Spíritus.
El conejillo de indias esta vez fue la empresa municipal de gastronomía en Guantánamo. Según el Ministerio del Interior, la investigación arrojó la extracción de más de siete millones de pesos en productos que nunca llegaron a su destino final.
En tal sentido, uno puede darle varias lecturas al asunto. El régimen cubano quiere tratar de maquillar la miseria cubana con estos hechos, pero la corrupción más grande la tienen ellos dentro de la cúpula. Por ejemplo, ¿cuánto cuesta la ropa de Lis Cuesta cuando sale de viaje? ¿Quién paga los Iphone 15 de Sandro Castro and Company? El pobre director de gastronomía de Guantánamo halando unos cuantos años por un desfalco de siete millones de pesos, mientras el team Castro y sus allegados viviendo a tutiplén.
La otra lectura del tema es la doble moral del cubano. Ese mismo director municipal desfiló el Primero de Mayo, le exigió a sus trabajadores gritar “abajo el bloqueo” y “pa’ lo que sea, Canel”. También realizó el balance anual de su entidad y exigió ser más creativo y apoyar en todo a la Revolución. Sin embargo, estaba robando por los cuatro costados porque “la cosa está mala y su familia debe comer”.
País de mierda se llama esto. Posiblemente, el directivo gastronómico se fundió en un abrazo con Canel cuando este último estuvo en tierras guantanameras en esas visitas que el pueblo llama “no resuelve nada”. Aclaro, no se trata de criticar al director municipal, el tema está en cómo el régimen piensa que cuenta con el apoyo de sus dirigentes y el pueblo, y aquí todo el mundo está robando a diestra y siniestra por culpa de la escasez que hay en el archipiélago.
Si de verdad el Minint hiciera un trabajo serio con la corrupción en el país, hasta la sonrisa de Camilo Cienfuegos en la Plaza de la Revolución estaría corrupta. Por donde quiera hay desfalco, desde un ministro, hasta un dirigente sindical sin importancia.
“Se desfalcaron productos como ron, cerveza, pollo y salchichas, entre otros. El Código Penal prevé para estos hechos de malversación con alto costo social sanciones de hasta 20 años de privación de libertad”, dice la nota del noticiero.
Es una lástima que no aclararon a dónde fue a parar toda esa mercancía. Ni tampoco nos dijeron si el director de gastronomía tenía puesto el Parole.
