Por Jorge Menéndez ()
Cabrils.- Cuba no le interesa a nadie más que a los cubanos y eso es una realidad aplastante. Nuestras raíces, nuestro barrio, nuestra educación, nuestra infancia y nuestras familias están allí.
La singularidad de la revolución de Fidel Castro y los lamebotas que le siguieron nos ha llevado a un país oscuro, de alma, de vecindad, de educación y de porvenir. La miseria nos asecha por doquier, desde lo humano hasta en la realidad del día a día.
El país se va quedando vacío y un gran porcentaje de los nuestros se marcha, quizás para nunca más volver. En otras palabras: nuestro país se queda vacío y desaparece todo lo relacionado con nosotros.
¿Las causas? El malvivir, la manipulación, el engaño de un gobierno que considera cordero a su pueblo, y aquellas promesas que nunca se cumplieron.
Desde 1959, Fidel Castro a lo único que se dedicó fue a sacrificar a su pueblo para cumplir con sus desmedidas ambiciones. Buscó enemigos donde no existían, imaginó invasiones que nunca se sucedieron y, de esto, hizo su manipulación, al punto de que nos hundió a casi todos.
Convirtió a su pueblo en carne de cañón en conflictos que nada tenían que ver con Cuba, y que estaban tan lejos de las costas cubanas, como Angola o Etiopía. Luego, esos hombres fueron abandonados a su suerte, incluso con hambre y enfermedades.
Nos prohibió entrar a los hoteles que nosotros mismos construíamos. Pusieron tiendas con lo más necesario en dólares y nos colgaron una reforma de precios y salarios que nos ha convertido en más pobres.
Los desmadrados que gobiernan Cuba, apelan al supuesto desarrollo solo para supuestos beneficios para inversores extranjeros, en proyectos donde los primeros que encuentran trabajo son los familiares de los dirigentes.
Mientras, lo poco que se produce, se exporta, olvidando el hambre nacional, y todas las posibilidades de negocios son con extranjeros, negándole la posibilidad de participación en el desarrollo del país al cubano.
Todos los problemas de Cuba se los achacan al imperio que, casualmente. es el que nos está dando de comer y de donde vienen las remesas. También culpan a las navieras, a los lagos congelados del Canadá, a El Toque, y a una larga lista que nunca los incluye a ellos.
Desgraciadamente, esta mentalidad ha calado en mucha de nuestra gente, acomodada esperando el dinerito de afuera y esperando que alguien venga a «liberarnos».
Todos miran hacia afuera.