Por Manuel Viera ()
La Habana.- Ahora que está de moda el tema de los féretros en camiones, carretones de caballo, bicitaxis y hasta los escasos carros fúnebres se tiran su clavado en los ríos, como pasó hace unas horas en el Damují, en la provincia de Cienfuegos, he tenido una conversación con un amigo que me dejó un poco impresionado.
Resulta que hablábamos de todo eso y me contó que hace unos días veló a un familiar en la funeraria de 70 y 29, aquí en Playa, y me dijo que esa noche había varios cadáveres allí expuestos, pero los familiares de los fallecidos estaban todos afuera del local, porque este no tenia bombillos.
Quedé estupefacto. Algo tan simple como bombillos…
Ya en Cuba uno no se puede ni morir tranquilo y a este paso no solo tendremos que guardar unas chancletas y calzoncillos para el ingreso en un hospital, sino también el bombillo que será necesario llevar para que nos velen en la funeraria y no nos dejen allí tendidos, fríos y solos.
Por si acaso, ya compré el mío. Pero se me ocurre sugerirle a los eficientes gobernantes que tenemos, que permitan a particulares encargarse de ese negocio, y de seguro irá mucho mejor que con su ineficiente gestión.