Por Esteban Fernández Roig Jr.
Miami.- Inmediatamente me convertí en un fanático eterno de nuestro Zenith de 17 pulgadas. Canales 6, 4 y 2.
El primer programa que vi fue “La Familia Pilón”. Me encantó y el martes vi “La Taberna de Pedro”, con Jesús Alvariño, “Balance” y “Salmoyedo”; era la primera vez en mi corta vida que me reía con unos comediantes.
Tremenda sorpresa que me dio mi padre cuando me dijo: “¿Tú sabes que “Pedro” es “Machito Villalobos”?
Me gustaba “Admiral paga” y “Cachucha y Ramón”… Entonces, el miércoles, hice uno de los descubrimientos más grandes de mi vida: “El Cabaret Regalías”.
Por ahí desfilaban los mejores cantantes y artistas cubanos y extranjeros. Lo mismo aplaudía a Pedro Infante que a Pedrito Rico, cantando “La Perrita Pequinesa”.
Ahí vi por primera vez a Guillermo Álvarez Guedes caracterizándose genialmente de borracho. Hacía mejor el papel de curda que los borrachos.
Disfrutaba del “Álbum Phillips” con “Los Llopis Dulzaides” y Manolo Fernández “el Caballero del Tango”. Veía el Show del Mediodía. Disfrutaba mucho de “Ellos dos y alguien más”, con Minín Bujones, Eduardo Egea, y Conchita García “Jazmín”.
Los viernes me desternillaba de la risa con “Aquí hacen de todo” con el Juez Arturo Artalejo, el palo encebado, y Germán Pinelli gritando “¡Sube Pelayo sube!”. Mientras, mi madre no se perdía ni un minuto de “Reina por un Día”.
Y cuando yo pensaba que nada superaría al “Cabaret Regalías” surgen dos tremendisimos programas de entretenimiento llamados el “Casino de la Alegría” y “Jueves de Partagás”.
Por las tardes disfrutaba, con la sala llena de fiñes, de “El viejito Chichí y de Gaby Fofó y Milike”. Y vi una telenovela llamada “Historia de tres hermanas”.
Y los cuatro héroes, los genios, los que merecen el más grande de los tributos se llamaron Abel y Goar Mestre, Gaspar Pumarejo y Amadeo Barletta.