¿DE QUÉ TIENE LA CARA HUMBERTO LÓPEZ?

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- La última presentación pública de Humberto López, el vocero de la Policía y la Seguridad del Estado cubanas, no deja lugar a dudas: es un mercenario de la peor calaña, un tipo sin vergüenza, despreciable, sin principios ni ética, por más elocuente y familiar que pretenda ser.

Cuando Batista reinaba en Cuba, me decían mi padre y mi abuelo, había un personaje similar, llamado Otto Meruelo. Resultaba tan despreciable que cuando aparecía en televisión, las personas se levantaban de frente de sus receptores y se marchaban. Y a mí me pasa lo mismo con este sujeto, al que se le ve a la legua que es un doble moral y un aprovechado.

Para que el mundo sea mundo tiene que haber de todo. Y eso que hace Humberto López, ninguna persona razonable y digna lo haría. No es fácil para un ser humano ir siempre contra la corriente, defender lo indefendible, culpar a los inocentes, lavarle la cara al despótico régimen castrista y hacer pasar por buenos a los policías corruptos y a los abusadores segurosos.

Ningún hombre con dignidad haría lo que él hace. Nadie se pararía en un programa, que supuestamente tiene mucha audiencia, a defender con vehemencia a la dictadura más vieja, más cruel y más ladina del mundo, la que ha sumido a su pueblo en la pobreza más absoluta. Lo hace porque saca rédito de todo eso, porque le permiten libertades a su familia y porque recibe migajas a cambio, como viajes al extranjero, un auto asignado, y una asignación de alimentos a los que no tiene acceso ningún cubano común.

Humberto López es un arrastrado, un tipo despreciable, servil, ruin, cobarde, y es de imaginar que hasta esos mismos que lo usan y le pagan, sientan incomodidad cuando están cerca de él.

La tapa al pomo se la puso con su justificación de los sucesos de la Finca de los Monos, y la forma en que intentó explicar que la actividad no estuvo autorizada, porque cuando esto ocurre las autoridades involucradas garantizan que todo esté en orden.

Por ejemplo, se refirió a que Educación da el visto bueno por si hay algo en el guion que no está dentro de lo permitido, a que la policía viene a garantizar que haya tranquilidad, que no se le vaya la situación de las manos. Que Tránsito, con cada vez menos patrulleros porque todos se han ido o quieren irse, se encarga de hacer los cortes de circulación necesarios. Incluso que Salud manda al SIUM (Sistema Integrado de Urgencias Médicas), entre muchas otras cosas.

Todo lo que dijo, por más que haya intentado, con su estilo conversacional pero pedante, ser creíble, es mentira. Eso que esbozó en su aberrante intervención de ocho minutos en el noticiero de televisión, es lo que supuestamente se debe hacer, pero no se hace, y no desde ahora, sino desde mucho tiempo atrás.

Para poner algunos ejemplos, los encargados de velar por la calidad de los alimentos, de lo que se vende, no existen. Educación no tiene personal para eso, como no tiene maestros para las escuelas o educadores para los círculos. Hoy en la mañana, al círculo donde llevo a mi niña, acá en La Habana, solo fueron la directora y una seño. Nadie más en todo aquel lugar para cuidar a más de 100 infantes, con lo riesgoso que es tenerlos sin control a esa edad.

Los de Tránsito aparecen cuando va a pasar una caravana de dirigentes, como Raúl Castro, Manuel Marrero o Miguel Díaz-Canel. O algún visitante extranjero. Más allá de eso, que nos los busquen.

Pero lo más irrisorio es que Humberto López habla del SIUM, y se ve que él, cuando se enferma -si alguna vez se enferma- va al Cimeq o al Cira García, porque el SIUM no existe. No hay ambulancias. Los hospitales no tienen en qué mover los enfermos, no hay en que buscarlos cuando alguien llama de una casa por alguien que está grave. Esos servicios no se prestan en Cuba, y entonces aparece el hp este a decir que no se había autorizado y que por eso no estaban todos los responsables allí.

Humberto López tiene que saber que para él no hay avión. Y que por mentir, humillar al pueblo, engañarlo, prestarse al juego político, cooperar con la dictadura y la Seguridad del Estado, lo van a condenar un día. Y ese día yo, que prefiero no ver a nadie preso, me voy a reír, lo voy a disfrutar.

Tiene que ser así, para que quede en los anales de la historia y ningún cubano se preste más para esas labores sucias a las que se dedica el natural de Colón, precisamente la tierra donde nació mi padre.

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