CUBA, UNA NACIÓN ENTRE IMPERIOS

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Por Jenny Pantoja ()

La Habana.- Pareciera que la posición geográfica de Cuba, entre dos masas continentales, terminaría llevándola irremediablemente a estar siempre en disputa entre el apetito de dos potencias. Parafraseando al viejo Carlitos, que a su vez lo tomó de Hegel: “La historia ocurre dos veces: la primera vez como tragedia, la segunda como una miserable farsa”.

En este punto me vino a la mente el enfrentamiento a fines del siglo XIX, entre dos imperios: España, que fenecía y los Estados Unidos, que emergían. Esa fue la primera vez que estuvimos en disputa y las consecuencias efectivamente, tuvieron visos de tragedia. La segunda vez que volvimos a ser presa de dos contendientes fue durante la Crisis de octubre, que obviamente y aunque puso el mundo al borde del cataclismo, fue una farsa.

En el primer caso, la tragedia quedó sellada desde y durante todo el siglo decimonónico y culminó de forma abrupta cuando fuimos obviados en el Tratado de París, que puso fin al enfrentamiento. Los cubanos no fuimos tomados en cuenta y Estados Unidos se adueñó de lo que consideraba su traspatio. Pero ello era sabido y no había engaño.

A 123 años. Cuba, EE.UU. y España: entre esclavos y guerrasQuerían dominar y ‘sacar su tajada’ y lo hicieron, logrando controlar algunas de las más importantes esferas de la vida socio-política y económica de Cuba. Comenzaba un ciclo con consecuencias deformadoras estructuralmente para nuestra economía y una dependencia en diversos órdenes que no resultó en un desarrollo armónico para nuestra perla antillana.

Sin embargo, aunque este dominio tuvo matices trágicos, estaban claras las intenciones del vecino norteño que no escondía su imperiosa necesidad de ganar money, mucho money.
Tiempo después, en 1962, estuvimos de nuevo como manzana de la discordia. Esta vez nuevamente entre dos potencias: Estados Unidos, negado a perder su pedazo de patio trasero estratégico y la antigua URSS, que buscaba ampliar su dominio en las Américas a costa de la recién estrenada revolución cubana.

Pero en esos momentos fue otra la historia. Muy bien contada que nos la hicieron, tanto que nos la creímos casi todos: los de arriba, los de abajo y los del medio. Bueno, los de más, más arriba no tanto, ellos se sirvieron del cuento, de la leyenda para implosionar el país militarizándolo, mientras radicalizaban un proceso que terminó separándose de su propósito inicial y concluyó importando un modelo socio político ajeno a nuestras raíces e historia: el modelo soviético o del socialismo real.

El cuento de la que la ‘nueva metrópoli’ – no asumida como tal- era la salvadora del país emergió con fuerza precisamente en los 60 cuando la antigua URSS, se instituyó como garante de la paz en el Mar Caribe, como consecuencia de la Crisis de los misiles o Crisis de octubre en el año ’62. Las armas nucleares entonces fueron el supuesto escudo contra la agresión del gobierno norteamericano.

Sin embargo, el efecto de colocar cohetes en la isla tuvo un detonante dentro del marco de la ‘guerra fría’ que alzó las temperaturas prometiendo convertirla pronto en la más caliente de todas las guerras del orbe. Para algo sí le sirvió la farsa montada por la potencia “socialista” que, “desinteresadamente intentaba salvarnos”, y fue la obtención de un equilibrio importante en sus fronteras con Asia Menor y una mejor posición en la dinámica geopolítica que equilibró las fuerzas de ambos bandos.

Puede ser una imagen de 3 personasNuevamente a espaldas de Cuba, los dos potentes imperios negociaron en la mesa: la URSS retiró los cohetes nucleares de Cuba y a cambio, Estados Unidos retiraba los emplazados en Turquía, país miembro de la OTAN y se limitaba en no agredir al pequeño aliado: nosotros. Negocio redondo. La buena noticia para la humanidad fue que, colocarse tan cerca de un conflicto nuclear permitió aquilatar a ambos gobiernos imperiales el peligro de la amenaza atómica y en consecuencia se firmó el Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares entre ambos contendientes.

Esa segunda vez de disputas entre potencias con nuestra isla en medio fue una farsa, símil de la sátira y, respecto a la tragedia, es un género menor. La historia de los 60 fue toda una mentira, un rejuego para consolidar posiciones; la de fines del XIX no. Ahí estuvo claro el propósito desde un inicio. En los 60 fue tan burdo el manejo que las relaciones entre potentado – la URSS- y Cuba –protegido- se enfriaron de forma notable, sobre todo porque Fidel se sintió usado (como en efecto) y porque se consideraba dueño de los misiles y no percibió que apenas llegaba a categoría de falso fideicomiso.

Okey, ¿y qué sucede en la historia si el evento o hecho ocurre una tercera vez? Bueno, salvando mi distancia de Hegel y Karl, obviamente, la tercera vez sería algo así como una parodia de la farsa. Es decir, una burla pésima de la situación anterior. Eso es lo que ocurre con la visita de la marina de guerra rusa en nuestra Habana la semana próxima. Un nuevo rejuego de intento de amedrentar a Estados Unidos y a la OTAN con colocar armas nucleares en países que ellos consideren aliados. Así lo expresó Putin en el Foro de San Petersburgo y luego el 6 de junio cuando abiertamente amenazó con enviar armas nucleares a terceros países para atacar a “occidente”, si Estados Unidos y la OTAN continúan enviando armamento a Kíev: “Si alguien amenaza nuestra soberanía e integridad territorial consideramos la posibilidad de usar todos los medios disponibles”.

Crisis de los misiles en Cuba | Portal Académico del CCHY, ¿qué es lo que en este sketch de la geopolítica está haciendo arribar Putin a nuestras costas usando a nuestro desacreditado ‘desgobierno’ y nuestra violada soberanía? Nada más y nada menos que cuatro embarcaciones, una de las cuales es un submarino nuclear. Todos se fijan en eso. Pero sepan que la fragata Gorshkov es uno de los buques insignias de la flota rusa. Posee capacidad para disparar una de las dos armas más potentes que tiene Putin: el misil supersónico Zircon, que es el misil reglamentario de esta embarcación. Además, puede disparar misiles tipo P-800 Onkis, también nucleares.

“En producción desde 2021, el primer misil de crucero Tsirkon o Zircon (…) alcanzó, según Moscú, siete veces la velocidad del sonido, o sea, más de 8 mil kilómetros por hora. Eso significa que le llevó apenas dos minutos y medio alcanzar su blanco, situado a 350 km, cuando a un misil crucero convencional de EUA, le hubiera llevado casi media hora”. (El Mundo).

¿Por qué Putin hace este despliegue? Como ha demostrado en incontables ocasiones no es un hombre de amenazas. Cuando él amenaza, ya está secretamente preparando el golpe, idéntico a su mentor Stalin. Por lo que, en el conflicto con Ucrania, que no es solo con este país, deja explícito que no se lo dejará fácil a la OTAN con tal de expandir sus dominios mediante una guerra injusta e impensable años atrás. Rusia vuelve a su jugada geopolítica para asegurar su imperio. Cuando termine en Asia menor, irá al este y sureste a asegurarse contra otro de sus eternos rivales: los chinos. Y si no, sigan el hilo.

¿Y Cuba? ¿Por qué Cuba accede? Nuevamente el que se dice presidente, Díaz-Canel, ha pedido subvenciones y ayuda para el desastre armado por ellos mismos, los de arriba. Los rusos, ni cuando eran soviéticos daban nada por nada. Algo hay que aportar y ahora no hay nada que ofrecer, como no sean más mercenarios. Pero faltaba una ayuda o posicionamiento más visible. Solo les recuerdo que Cuba es firmante del Tratado de Tlatelolco desde febrero del 67 en México. En este tratado se proscriben las armas nucleares en América Latina y el Caribe, se suscribe el uso pacífico de la energía nuclear y se prohíbe no solo el uso de armas de este tipo sino, además, el paso temporal de armamento nuclear en los territorios de los países firmantes.

Un submarino nuclear y tres barcos rusos fondearán en La Habana la semana que viene | InternacionalMás recientemente, en 2017, Cuba firmó el tratado de prohibición de armas nucleares igualmente. A ver qué dice la nueva presidenta de México que es el país garante del tratado. Bueno, eso si no le da por recibir mensajes de su abuelito y el polaco el Día de Los Muertos y entonces sabremos de qué va.

¿Qué gana Cuba con esto? NADA. Ah, pero el gobierno sí. Y una cosa es el país y otra su gobierno. El gobierno permitió la visita en julio del año pasado al buque de guerra ruso Perekop, en vísperas del 11 J. Ahora, casi vísperas nuevamente, accede a esta visita para nada pacífica. El acontecimiento por sí, justifica un despliegue militar total y si no veremos que todo el cuerpo represivo, policía secreta y nacional, militares, boinas negras, rojas y de cuanta gama de color exista estar alertas e inundar las calles y » tomar medidas profilácticas» en lo que parece será uno de los veranos más calientes de nuestro tropical país. Eso en el orden interno. Todo controlado.

Por otra parte, en el orden externo, la visita ocurre a unos días de que el gobierno de Estados Unidos, sin peticiones de democracia a cambio, haya previsto un paquete de medidas que permite una amplia flexibilización del embargo y podría llevar a un fortalecimiento del sector privado y de emprendimiento en la isla. ¡Perfecto! Dos pájaros de un tiro: ni un disidente me saca el pie de su casa este verano y echamos por tierra esta intentona de normalizar las relaciones y terminar el bloqueo, porque ¿qué sería del desgobierno cubano sin el bloqueo? (Eso me recuerda el poema de Cavaffis Los Bárbaros, en el cual, las tribus bárbaras son la solución perfecta del mal gobierno de Grecia).

En el país seguiremos igual, no, peor. Y en medio de todo, muy pocas personas mirarán al puerto de La Habana cuestionándose la soberanía del país y mucho menos habrá ninguna marcha de la sociedad civil diciéndole a los marines rusos: ¡отсюда! (¡Fuera de aquí!). Porque esta tercera vez la historia es una parodia y no la tomamos en serio.

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