EL ROL DE LAS MUJERES NAHUAS EN EL MÉXICO ANTIGUO

CURIOSIDADESEL ROL DE LAS MUJERES NAHUAS EN EL MÉXICO ANTIGUO

Tomado de MUY Interesante

En el México prehispánico el rol de la mujer se dio conforme al estatus social que ocupara.

México DF.- La situación de las mujeres en la historia es un tema que ha ganado relevancia en los estudios más recientes, por lo que reflexionar sobre su papel en la época prehispánica nos puede ayudar a comprender mejor las costumbres y actitudes hacia lo femenino, que caracterizaron a las sociedades del pasado. En cuanto al concepto de México antiguo, lo usamos para estudiar a las sociedades que vivieron en el actual territorio mexicano e incluso allende las fronteras de la actual república mexicana. Al ser un periodo sumamente extenso, y un área geográfica también muy grande, en este trabajo nos referiremos a las mujeres nahuas del Altiplano central en el periodo Posclásico, es decir, entre los siglos XIV y XVI de nuestra era, una etapa de la que se tiene mayor conocimiento gracias a las fuentes del siglo XVI, que incluyen códices indígenas, crónicas de la Conquista, así como de la evangelización.

Gran parte de las mujeres esclavas de Tenochtitlan fueron sometidas en la guerra.

Gran parte de las mujeres esclavas de Tenochtitlan fueron sometidas en la guerra.MUSEUM PURCHASE, 1900/ METROPOLITAN MUSEUM OF ART

Las sociedades prehispánicas fueron jerárquicas y la vida cotidiana de cada grupo dependía del papel social que desempeñaba, de manera que, tanto hombres como mujeres ocuparon un lugar diferenciado de acuerdo con la clase a la que pertenecían, que podía ser la élite gobernante o gente del pueblo, obligada a pagar tributo. La situación de las mujeres también se marcó conforme al estatus social en que vivieran. Asimismo, factores como la edad y su posición en la familia marcaron cambios en su situación social. En lo que coinciden, la mayoría de los estudios es en su papel de subordinación respecto a los varones y en su exclusión de actividades como el sacerdocio, el comercio o la guerra, todas ellas consideradas eminentemente masculinas. Una costumbre que evidencia el papel diferenciado que tendrían varones y mujeres era el destino que tenía el cordón umbilical después del alumbramiento: si era niño, se enterraba en el campo de batalla. En cambio, el de las niñas se conservaba en la casa, bajo el fogón, porque ese sería el lugar en donde una buena hija debía permanecer. Además, se le entregaban réplicas de sus futuros instrumentos de trabajo: escobas y utensilios de costura.

Algunas palabras sobre los atributos masculinos y femeninos confirman la subordinación de estas respecto a aquellos. Por ejemplo, los verbos que aludían al trabajo, la paciencia, las conquistas guerreras, se atribuían a los varones y decir de una mujer que era de corazón viril era una alabanza. En cambio, a los hombres débiles, cobardes o indecisos se les designaba con términos que aludían a lo femenino. Otro elemento que confirma el predominio masculino es que la diferenciación social de ellos era mucho más compleja, ya que sus funciones públicas eran muy diversas y podían mejorar su estatus mediante un sistema de premios que los impulsaban a destacar en las actividades que llevaba a cabo. Cada grado se señalaba con ropajes y peinados muy elaborados. En cambio, los atavíos femeninos no tenían reglamentaciones jerárquicas y eran bastante más sencillos.

“El descubrimiento del pulque” (1869), José Obregón; óleo sobre tela en gran formato.

“El descubrimiento del pulque” (1869), José Obregón; óleo sobre tela en gran formato.MUSEO NACIONAL DE ARTE

La mujer en la élite

Las mujeres de la nobleza recibían una educación estricta, porque ellas conservaban el linaje, un elemento central en la sociedad prehispánica, ya que de ello dependía la sucesión y la legitimidad política de los gobernantes. El intercambio de mujeres para formar alianzas políticas fue una práctica común, así como el sacrificio de doncellas nobles a los dioses. Desde muy pequeñas se les enseñaba a hilar, tejer y labrar la tierra, y el ocio era castigado con severidad. Debían comportarse con discreción y honrar a sus mayores, madrugar y trabajar todo el día. La virginidad, la obediencia y la honradez eran atributos que se exigían a toda mujer, así como mansedumbre, humildad y consideración hacia los deseos de los demás. Las jóvenes nobles estaban obligadas a llevar una vida austera y eran cuidadas por ancianas que vigilaban que no salieran de los recintos en los que debían permanecer. Sólo salían acompañadas, sin levantar la mirada, y en caso de romper las reglas eran castigadas con dureza, ya fuera que les punzaran los pies con espinas de maguey, las golpearan con ortigas o las pellizcaran. Su obligación principal era la continuación del linaje, por lo que su papel como madres era fundamental. Así, a diferencia de los varones de la nobleza que podían elegir su oficio, ellas debían permanecer en el seno del hogar, llevar a cabo labores culinarias y dedicarse a confeccionar la ropa de la familia.

Entre las fuentes que han permitido acercarnos al la vida de la mujer en los pueblos del Altiplano están los códices; aquí, una descripción de una ceremonia de un matrimonio mexica.

Entre las fuentes que han permitido acercarnos al la vida de la mujer en los pueblos del Altiplano están los códices; aquí, una descripción de una ceremonia de un matrimonio mexica.GRANGER/ ASC

Mujeres para procrear

Las sociedades prehispánicas practicaron la poliginia, es decir, los varones de la nobleza podían tener varias esposas y concubinas, no así las mujeres. Sólo los hombres con suficientes recursos podían mantener familias grandes, por lo que sus mujeres vivían con comodidades que no eran comunes al resto. Además, compartían las actividades textiles, crianza de los hijos y los quehaceres domésticos. De manera que la condición de algunas concubinas podía ser muy buena, porque recibían protección y sustento. Había diversos rangos de esposas y concubinas y de acuerdo con la situación específica de la mujer, en algunos casos se celebraban ceremonias de matrimonio y en otros no. Las de más alto rango siempre celebraban la unión con rituales, y sus hijos tenían más privilegios que los de las concubinas o las mujeres de menor rango.

Las mujeres de la nobleza podían ingresar al servicio de un templo si sus padres hacían la promesa a sus dioses. Eran admitidas a partir de los 12 años y vivían en clausura dedicada a limpiar el templo, atizar el fuego sagrado y poner incienso a las imágenes religiosas. La castidad era obligatoria, y aquella que violara la regla era condenada a muerte. Esas jóvenes eran muy solicitadas como esposas por la garantía de pureza que ofrecían, ya que la virginidad de la mujer se consideraba una joya. De ahí que haya sido una exigencia social para las casaderas, no así para los varones. Cuando se celebraba un matrimonio existía la costumbre de dar a conocer públicamente si la mujer era virgen o no. Así, transcurridos seis días del enlace, los invitados recibían un recipiente con comida; si este se hallaba íntegro, se confirmaba la virginidad de la novia; si estaba agujereado, quería decir que no había llegado virgen al matrimonio, lo que era una causal de repudio. De la mujer se exigía una entrega absoluta hacia su marido y este vínculo no podía ser mancillado ni por las miradas de los extraños. Por otro lado, el adulterio era fuertemente castigado y a ambos adúlteros se les condenaba a muerte. La mujer adúltera era un centro de escándalo, abominación y desgracia, asimismo, el hijo producto de ese tipo de relación era repudiado.

En lo que respecta a las mujeres del pueblo, compartían con los varones la obligación del pago de tributo en trabajo y en especie. Además del cuidado de la casa y de los hijos, colaboraban con el marido en las labores agrícolas, fabricaban la ropa de la familia, las mantas destinadas al tributo de sus respectivos barrios y realizaban tareas domésticas en las casas señoriales. Igualmente, se dedicaron a la venta de artículos en el mercado para completar el ingreso familiar. Al igual que las mujeres de la élite, eran educadas con recato y honestidad, aunque la exigencia de castidad fue mucho menor que para aquellas. Las concubinas, en su mayor parte, provenían de los sectores sociales menos favorecidos.

Dos figurillas en cerámica de mujeres precolombinas correspondientes a la región de México central; muchas de ellas contienen detalles que hablan de su rango social.

Dos figurillas en cerámica de mujeres precolombinas correspondientes a la región de México central; muchas de ellas contienen detalles que hablan de su rango social.ROGERS FUND/ METROPOLITAN MUSEUM OF ART

La vida cotidiana

Las familias eran extensas y vivían en espacios comunes, varios miembros de un mismo clan. A la hora de la comida, los hombres se sentaban a comer primero y eran atendidos por las mujeres, que se mantenían en silencio mientras ellos comían. No era sino hasta que ellos terminaban cuando las mujeres podían sentarse a comer. El vestido femenino era un lienzo que se enrollaba en la cintura y llegaba hasta los tobillos, como una falda que se sostenía con una faja en la cintura y una blusa amplia en la parte superior, el huipil. La blusa cubría el cinturón y la parte superior de la falda. Asimismo, la faena doméstica femenina más común fue la molienda en el metate, esta era una actividad tan común, que algunas crónicas destacan que las mujeres tenían callos en los pies por la postura adoptada al moler en el metate recargadas sobre sus empeines.

Las mujeres del pueblo podían dedicarse al comercio, aunque solamente de vegetales recolectados en el huerto familiar o en el campo, a la venta de sal juntada en las salitreras, de comida elaborada por ellas mismas y de artículos sencillos de pluma y algodón. A diferencia de los comerciantes varones, que tenían permitido viajar a grandes distancias y vender objetos suntuarios, ellas únicamente podían ofrecer sus productos en las inmediaciones de sus hogares. También hubo mujeres que se dedicaron a aliviar las dolencias mediante la aplicación de ungüentos y brebajes, aunque esto se consideró un oficio de “mujer baja” y solo pudieron ejercerlo las ancianas, es decir, las que ya estuvieran en la menopausia.

Vida en casa

Vida en casaASC

Prostitución y esclavitud

En cuanto a la prostitución, hay cierta ambigüedad en la posición que se mantenía hacia las mujeres que se dedicaban al tráfico sexual. De acuerdo con los cronistas, no se basaba en la necesidad de supervivencia de las mujeres que la practicaban, sino que apoyaban su ejercicio con el fin de mantener el orden social al evitar las violaciones y los abusos a menores. No existían establecimientos específicos para esa actividad, y las mujeres buscaban clientes en las calles. El nombre con el que se designó a la prostituta, “la alegre” (ahuiani), parece tener connotaciones positivas, pero se refiere a una mujer muerta y sacrificada a los dioses; por su parte, los textos que la describen lo hacen como un ser despreciable y aborrecible. No obstante, se permitía su participación en las fiestas religiosas. Sin embargo, a las mujeres de origen noble que ejercieran prostitución se les castigaba con la muerte.

En los pueblos nahuas existió la esclavitud femenina, que se consideró un castigo al que se podía llegar por coacción, por voluntad propia, por decisión de algún miembro de la familia, por deudas o captura en la guerra. También hubo casos donde los padres vendieron a hijas rebeldes que no podían educar. Gran parte de las esclavas que había en Tenochtitlan fueron adquiridas mediante la guerra y ellas debían prestar servicios sexuales, y a pesar de que las relaciones carnales estaban prohibidas fuera de los marcos legales, si una mujer era esclava de un varón podía hacer uso de ella como “cualquier otro objeto”. En caso de que un novio se hubiera casado con una niña pequeña y no pudiera tener relaciones con ella, podía “gozar” de su esclava hasta que la mujer legítima tuviera la edad de consumar el enlace. La esclavitud también impelía a las mujeres a trabajar en la producción textil para sus captores. Si bien tejer era un trabajo muy valorado y generalmente lo llevaba a cabo la señora principal, las esclavas hacían las labores más pesadas, como la limpieza, selección de las fibras y el hilado. Los hijos de las esclavas podían ser vendidos o sacrificados en ciertas ceremonias que exigían la participación de niños locales. Igualmente, las mujeres esclavizadas podían ser destinadas al sacrificio y debían trabajar hasta el último instante antes de que se llevara a cabo la ceremonia, es decir, las obligaban a hilar, tejer, coser, moler el maíz y preparar el cacao sin ningún momento de descanso. Antes del sacrificio se les embriagaba y drogaba para que no temieran a la muerte, y para este fin las mantenían en ayuno siete días. En algunos casos de sacrificios, las cautivas eran obligadas a danzar sin tregua durante 10 días y en la noche previa debían bailar y cantar hasta desfallecer.

Preservar el ciclo de vida.

Preservar el ciclo de vida.THE MICHAEL C. ROCKEFELLER MEMORIAL COLLECTION, BEQUEST OF NELSON A. ROCKEFELLER, 1979/ METROPOLITAN MUSEUM OF ART

Consideraciones finales

En el debate sobre el papel femenino en las sociedades indígenas previas a la Conquista, algunos autores sostienen que existió un esquema en el que ambos sexos llevaron a cabo tareas complementarias. Si bien las fuentes refuerzan la idea de que la posición femenina en el México antiguo fue de subordinación al varón, que siempre tuvo un papel preponderante, podemos tratar de entender ese mundo desde una perspectiva distinta. Aunque la actividad principal de las mujeres, tanto de la nobleza como de las clases trabajadoras, fue el cuidado del hogar, ese rol no significa que las acciones femeniles no hayan sido también políticas, y que no fueran fundamentales en el desarrollo de los pueblos del México antiguo. Finalmente, cabe la reflexión sobre la manera en que se ha interpretado el papel femenino en estas sociedades y si el ámbito doméstico no sería el lugar desde el cual las mujeres ejercieron el poder de una manera diferente a los varones, pero igualmente efectiva.

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