Tomado de MUY Interesante
A pesar de su avanzada sociedad y notable resistencia a la expansión azteca, el origen de la enigmática cultura purépecha permanece como uno de los grandes misterios de Mesoamérica.
México DF.- La cultura purépecha ha sido objeto de misterio, especialmente comenzando en la discusión sobre su gentilicio, ya que se ha intentado resolver si deben ser llamados tarascos o purépechas. Para abordar esta pregunta, la historia examina factores como el idioma que hablaban y los acontecimientos históricos que influyeron en su identidad. El término tarascos sigue siendo utilizado para referirse a la cultura prehispánica que dominó el territorio occidental de Mesoamérica; a su vez, la población actual se autodenomina purépecha por su raíz lingüística, lo que refuerza la incertidumbre sobre cuál es el nombre más apropiado para identificarlos.
El misterio de los purépechas surge desde las tantas versiones históricas que se han dado sobre sus aspectos religiosos, su arquitectura, ciudades, la organización política, sus rutas comerciales y su economía, principalmente por su ubicación y territorio enigmático en donde se asentaron. Los purépechas o tarascos formaron una sociedad poderosa y han sido considerados un grupo cultural que ha perdurado hasta nuestros días. El momento de su fundación ha sido objeto de incertidumbre, por lo que se plantean algunas interrogantes como: ¿cual fue el origen de Tzintzuntzan, capital del imperio purépecha? Aunque probablemente las respuestas se pueden encontrar en los aspectos mencionados anteriormente, los problemas se han vuelto cada vez más complejos y difíciles de resolver.
Tzintzuntzan: la gran ciudad purépecha
En términos generales, se sabe que las grandes ciudades prehispánicas fueron el centro de los poderosos estados mesoamericanos. Este entendimiento se desarrolló a través de los descubrimientos arqueológicos que nos hablan de la compleja organización que pudieron desarrollar las sociedades prehispánicas. Se puede interpretar que, en el caso de los purépechas, este grupo buscaba un lugar que les permitiera no solo llevar a cabo sus actividades productivas, sino también religiosas y de dominio. En la zona arqueológica de Tzintzuntzan se observan asentamientos ubicados en un espacio territorial estratégico y elevado que pudo haber servido como medio de control de los recursos naturales.
Lo que sí es un hecho irrefutable es que la cultura michoaque, término utilizado por los mexicas para referirse a los tarascos o purépechas como los de la tierra de pescado, fue una cultura formada en una etapa tardía. Esto es, en el periodo conocido como Posclásico (900-1521), durante el cual experimentaron un significativo desarrollo cultural. Durante esta época, su influencia se extendió sobre una gran parte de Michoacán y algunas zonas adyacentes, llegando incluso a los límites del imperio mexica.
Sus enigmáticos orígenes
Una de las descripciones del origen del señorío tarasco o purépecha se encuentra en La Relación de Michoacán, en la que se describe a los uacúsecha que habitaban la meseta tarasca, cerca de Naranxan y Zacapu. Aunque este documento no especifica su origen, los presenta como chichimecas bárbaros y cazadores, ajenos a las prácticas agrícolas mesoamericanas y liderados por Ticátame. Al igual que a los mexicas, los tarascos se consideraban un pueblo elegido, ya que los dioses del cielo le dijeron a su dios tribal, Curicaueri “…que sería rey y conquistaría toda la tierra”.
De acuerdo con el mito, en un principio, aztecas y michoaques pertenecían a un mismo conjunto étnico, originarios del mítico Aztlán o Chicomóztoc: asimismo, compartían un idioma común. Según los relatos, la división ocurrió en Pátzcuaro, donde algunos hombres, que posteriormente se convertirían en mexicas, optaron por seguir su camino en busca de la tierra prometida, mientras que los michoaques se mantuvieron en la zona acuífera del territorio occidental de Mesoamérica.
Estos elementos narrativos sobre el origen de los purépechas surgen de investigaciones que han explorado el proceso migratorio de los chichimecas al norte del territorio mesoamericano y que durante su paso por las tierras de Occidente se establecieron para fundar lo que fue el señorío tarasco.
La historia más acertada de los tarascos
La información histórica más verosímil proviene del relato registrado en la Relación de las ceremonias y ritos y población y gobernación de los indios de la provincia de Mechuacán. Esta narración se basa en la tradición oral conservada en la memoria del Petámuti o sacerdote mayor, recopilada en los primeros años de la dominación colonial por parte del franciscano Jerónimo de Alcalá. De acuerdo con este documento, se sostiene que el arribo de un grupo de cazadores recolectores autodenominados chichimecas ocurrió en las orillas de la ciénaga de Zacapu en el siglo XII. Al interactuar con comunidades sedentarias dedicadas a la agricultura, los chichimecas establecieron una alianza a través del matrimonio de Ireticatame, líder del grupo chichimeca, con una hermana del señor de Naranxan, llamado Ziranzirancamaro.
Sin embargo, esta alianza se deshizo poco después, y el grupo chichimeca continuó su peregrinaje por las montañas hasta establecerse temporalmente al noroeste del lago de Pátzcuaro, en un lugar conocido como Uaiameo. Durante sus exploraciones a lo largo de la ribera lacustre, los chichimecas entraron en contacto con otros asentamientos sedentarios en la isla de Xarácuaro, cuyos habitantes practicaban la pesca y la agricultura. Más adelante, establecieron una nueva alianza mediante el matrimonio de Huapeani, líder de los chichimecas, con la hija de un pescador de Xarácuaro, permitiéndoles fundar nuevos asentamientos.
Con el tiempo, se logró la fusión de ambos pueblos, dando origen al pueblo tarasco. Bajo el gobiernele Tariácuri, iniciaron la expansión territorial, primero hacia los alrededores del lago de Pátzcuaro y luego, hacia la sierra, las llanuras del noroeste, la tierra caliente y la costa. Esto culminó en la formación del extenso territorio que gobernaban desde su centro político más importante: Tzintzuntzan.
El gran imperio tarasco y su defensa contra los mexicas
Con el transcurso de los años, los dirigentes tarascos, conocidos como irecha o cazonci, desarrollaron un intrincado sistema de organización política que sentó las bases para la formación de un estado teocrático militar. Durante la época de la conquista española, la jerarquía política y administrativa estaba dominada por la figura del cazonci, quien ejercía supremacía en asuntos políticos, administrativos y militares, al mismo tiempo que desempeñaba el papel de sumo sacerdote del dios Curicaveri. Después de adquirir nuevos territorios mediante campañas de conquista, el irecha designaba gobernadores cuya responsabilidad era preservar y expandir las fronteras del reino. En una jerarquía descendente se encontraban los caracha-capacha, funcionarios situados en las comunidades, encargados de fungir como caciques locales. Estos líderes locales se ocupaban de tareas tales como coordinar la obtención de leña y participar en expediciones militares. Según el historiador Carlos Paredes Martínez, los guerreros tarascos eran combatientes audaces que se enfrentaron tanto a los chichimecas en el sur de Jalisco como en la región del río Balsas. En un periodo de conquista, su incursión en la zona de Jilotepec, en el actual Estado de México, fue considerada una afrenta para los mexicas. Paredes Martínez sostiene que la organización y la táctica militar de los tarascos jugaron un papel crucial en evitar la invasión de la Triple Alianza comandada por los mexicas, en esta área.
En 1477, los guerreros liderados por Tzitzipandácuare, el irecha o cazonci, vencieron a las fuerzas de Axayácatl, mientras que, en 1517, los de Zangua derrotaron a los seguidores de Moctezuma II, emperador de los aztecas. Ambas confrontaciones tuvieron lugar en la frontera de los territorios mexicas, específicamente en el oriente de Michoacán. Esta ubicación estratégica se debió a la importancia del corredor del río Lerma, que estaba conectado con el valle de Toluca, el norte de Michoacán y otras áreas y grupos culturales.