EL VAN GOGH MÁS ‘OSCURO’ Y DESCONOCIDO, SUS PRIMEROS PASOS COMO ARTISTA

CURIOSIDADESEL VAN GOGH MÁS 'OSCURO' Y DESCONOCIDO, SUS PRIMEROS PASOS COMO ARTISTA

Tomado de MUY Interesante

Los primeros años del Van Gogh pintor, los menos conocidos por el público general, forman parte de una etapa marcada por el predominio del dibujo, el empleo de una gama cromática mucho más oscura que la que empleó en su madurez artística y temáticas de corte social.

La Habana.- El tiempo, en no pocas ocasiones, ha acabado situando a artistas que en su momento fueron incomprendidos en el lugar que, con justicia, les corresponde dentro de la historia del arte. Van Gogh probablemente sea el ejemplo más paradigmático de esto. Un artista que en vida pasó bastante desapercibido es hoy admirado por todos los amantes del arte, y nadie pone en duda el papel destacado que sus pinturas jugaron en el desarrollo de movimientos artísticos posteriores, como el expresionismo o el fauvismo. Pero Van Gogh, como todos los pintores, tuvo una etapa formativa. Mucho menos conocida, sin ella, sin embargo, nunca hubiera podido llegar tan lejos.

Los comedores de patatas

Los comedores de patatas (1885), Van Gogh. Foto: ASC.

Una mirada melancólica

Las primeras pinturas de Van Gogh retratan con cierta melancolía la sociedad que le rodeaba, valiéndose para ello de una gama cromática oscura, con tonos ocres y marrones, muy alejada de la expresividad de la luz y del empleo de colores vivos que desarrollará en su madurez. Sin embargo, sí hay un nexo común en toda su trayectoria artística, pues a lo largo de toda su vida, nunca representó escenarios neutrales. Desde el principio, los paisajes, los retratos o las naturalezas muertas tienen un fuerte componente de subjetividad: sus cuadros en realidad son ventanas que nos acercan a su forma de ver el mundo y de entender el arte. Quizás sea uno de los artistas que más sentimientos dejó plasmados en sus lienzos. Sus obras siempre son un reflejo de los lugares de residencia y cómo acontecía esta, de sus fantasmas personales, o simplemente, de argumentos con los que las justificaba. Por eso, su biografía y las circunstancias que marcaron su vida son fundamentales para entender su pintura.

Hijo de un pastor, Vincent fue el mayor de seis hermanos. Pero la primogenitura no le correspondía a él, sino a su hermano mayor, llamado igual que él, que había fallecido un año antes, exactamente el mismo día de su nacimiento. De todos sus hermanos, Vincent siempre estuvo fraternalmente unido a Theo, el segundo de la familia. Con él estableció una relación muy especial. Theo se convirtió en su protector, su cuidador, y su mecenas, pues de él dependió económicamente toda su vida.

Los primeros dibujos

Van Gogh comenzó a pintar tras una serie de fracasos personales y emocionales, que le llevaron a trabajar en una casa de subastas, y después a ejercer como evangelizador en el Borinage, una región minera de Bélgica muy empobrecida. “Quizá me suceda una cosa similar a aquella de la que habla Eugène Delacroix (que decía): ‘He descubierto la pintura cuando ya no me queda aliento”, escribió. Animado por su hermano Theo, Vincent descubrió su vocación artística por medio del dibujo. El pintor dedicó a esta técnica una extraordinaria energía, y fue, sin duda, su faceta más prolija aunque, también, probablemente la más desconocida.

Sus limitados medios económicos le obligaron a aprender a dibujar de forma autodidacta a través de los dos volúmenes de los Exercices au fusain y Cours de dessin de Charles Bargue, y la Guide de l’alphabet du dessin de Armand Cassagne, cuyos ejercicios realizó con un gran empeño. Cuando en 1880 se instaló en Bruselas consiguió inscribirse en la Academia, donde también tuvo ocasión de practicarlo, aunque su paso por esta institución fue frustrante, y poco después destruiría todos los ejercicios que había realizado allí.

El primer dibujo que se ha conservado de Van Gogh, es el Café au Charbonnage (1878), donde ya se observa el dominio de la perspectiva, y un gusto por el detalle, aspectos que desarrollará más tarde en sus primeros lienzos.

Boceto de un café en la mina, de Van Gogh

Boceto de un café en la mina, incluido en una carta de Van Gogh a Theo en 1878. Foto: Album.

El pintor neerlandés continuó utilizando el dibujo como un medio de expresión artística una vez superados los primeros años formativos. Lo utilizaba para representar bosquejos de sus lienzos, estudios al natural, retratos y todo tipo de escenas. En tan solo diez años llegó a realizar más de 1.750, y esto sin considerar todos los que nunca se podrán cuantificar porque él mismo los destruyó, o se perdieron en sus múltiples cambios de residencia.

Escenas de mineros, campesinos y artesanos

Entre 1878 y 1880, durante sus años de formación en el Borinage, y cuando vivía en Bruselas, entre 1880 y 1881, Van Gogh se sintió fascinado por los trabajadores de las minas de carbón. En este periodo realizó muchos dibujos de los trabajadores faenando, en los que plasmó sus condiciones de trabajo, y las tabernas donde se reunían, como el mencionado Café au Charbonnage. Para poder comprender la vida de estas personas, llegó incluso a bajar a la mina de Marcasse, donde pudo comprobar horrorizado la dureza y los peligros que había bajo tierra. Unos de sus recuerdos más duros será el de los mineros vestidos solo con sacos de carbón en los que estaba estampada la palabra “frágil”.

En 1883 regresó al hogar paterno, en Nuenen (Países Bajos), donde su padre era pastor protestante. Allí, los mineros fueron sustituidos por los campesinos, que se convirtieron en su tema predilecto. Fascinado por la vida sencilla de los aldeanos, llegó a vivir como uno de ellos y a dormir en las chozas de los campos de cultivo. Fruto de esta admiración nacieron obras que muestran las labores cotidianas de los agricultores, como Dos campesinas cavando (1885), Los campesinos plantando patatas (1884), y Los comedores de patatas (1885).

Dos campesinas cortando turba, de Van Gogh

Dos campesinas cortando turba, una de las primeras obras de Van Gogh. Foto: ASC.

La llegada de la industria

Van Gogh pretende plasmar en estas pinturas las duras condiciones del trabajo en el campo, con cuyas gentes se identificaba por completo. Los colores que utiliza en estos años son muy oscuros, en consonancia con la tradición tardorromántica de finales del siglo XIX. Es aquí cuando por primera vez se despierta su interés por el color, como se desprende de la lectura de sus cartas: “Continuamente estoy en busca del azul. Aquí, las figuras de los campesinos son azules, por regla general. Quedan muy bien (…) entre el trigo maduro, o destacándose sobre el follaje marchito de una hilera de hayas, de modo que los matices escalonados de azul oscuro y del azul claro cobran vida y se ponen a hablar, en oposición a los tonos dorados o los pardos rojizos. Y estas gentes llevan, de un modo instintivo, vestidos del azul más hermoso que yo jamás haya visto”.

Van Gogh sentía admiración por todos los oficios manuales. Por entonces el campo estaba siendo profundamente transformado por la industrialización, a la que criticaba abiertamente en sus cartas, al considerar que deshumanizaba las relaciones sociales y convertía al ser humano en un engranaje más de una cadena de producción. Una de las obras más conocidas de este periodo es El tejedor en el telar (1884), que muestra a un artesano imbuido completamente en su trabajo, sentado frente a una máquina representada en el lugar protagonista, encuadrando la figura del tejedor, y ocupando todo el primer plano de la obra. El fondo de la pintura es de un color neutro, y no hay ningún elemento anecdótico que permita distraer la atención del espectador.

El tejedor en el telar, Van Gogh

El tejedor en el telar (1884), Van Gogh. Foto: Album.

Retratos, una obsesión

Otra de sus inquietudes durante toda la vida fueron los retratos. Esto le llevó a buscar de forma incansable modelos que posaran para él, lo que le ocasionó graves dificultades económicas y grandes frustraciones, pues no siempre encontraba a gente dispuesta a someterse a su particular forma de entender la pintura. Entre 1882 y 1883, cuando vivía en La Haya, entabló una relación amorosa con una prostituta embarazada, Sien Hoornik. Vivió con ella y albergó el sueño de formar una familia, otro de sus deseos frustrados. Ella le hizo de modelo. Realizó varios retratos de Sien y de sus hijos, algunos de los cuales se han convertido en obras icónicas, como Dolor, donde ella aparece sentada, con la cabeza escondida entre los brazos, incapaz de mirar al futuro. En otras ocasiones, Sien está amamantando al bebé, acunando al niño entre sus brazos, o realizando labores cotidianas, como coser o pelar patatas.

Su interés por el retrato se percibe en varias cartas: “Yo trato de encontrar en la pintura un modo de vivir sin pensar en otra cosa. Pero no debo descuidar el retrato, si quiero alguna ganancia”, escribió en su estancia de dos años en Nuenen, donde realizó numerosas bustos de campesinos anónimos, realizados de perfil, de tres cuartos o de frente, y que evidencian su deseo de perfeccionarse en este género. Así, durante su estancia en Amberes, intentaba reclutar a prostitutas que posaran para él, pues consideraba que podía ser una buena fuente de ingresos para estas (les decía que sus efigies pintadas podrían atraer clientes si se colgaban en los cafés). Consciente de la competencia que suponían los fotógrafos, argumentaba constantemente que los retratos pintados eran muy diferentes de las fotografías, porque “salen del alma del artista y expresan lo que no se puede expresar con una cámara”. Llegó a pensar en aplicar pintura a los retratos fotográficos, para obtener una imagen mucho más personal.

Durante estos años, gastaba todo el dinero que le enviaba Theo en la compra de materiales y pinturas, algo que le llevó a descuidar su alimentación, y a beber y fumar en exceso. Por primera vez, cayó gravemente enfermo. Debió incluso de llegar a temer por su muerte, y por ello pintó una obra enigmática considerada por algunos su primer autorretrato: Cráneo con cigarrillo.

Cráneo con cigarrillo, Van Gogh

Cráneo con cigarrillo (1885-1886), probablemente un autorretrato cuando estaba enfermo (temió por su muerte). Foto: AGE.

“No soy un paisajista”

Desde sus primeros dibujos, Vincent van Gogh nunca quiso ser un observador neutral de la naturaleza: “Decididamente, Theo, no soy un paisajista; si hago paisajes, habrá siempre dentro de ellos trazos de figuras”. Los paisajes de Van Gogh en estos primeros años muestran su visión particular de los lugares en los que estableció su residencia. Era consciente de que estaba viviendo el final de una época, debido a los cambios que a provocaba la industrialización.

Van Gogh afrontó estos paisajes pintando al aire libre, pero siempre representando escenas que para él tenían un significado especial, como el jardín de la casa familiar, o la vivienda parroquial. La congregación saliendo de la iglesia reformada de Nuenen (1884-1885), por ejemplo, fue un regalo para su madre, a la que tuvo que cuidar tras sufrir un accidente al bajar de un tren, y que le imposibilitó acudir a los oficios religiosos; o la Torre de la iglesia de Nuenen (1885), que muestra en primer plano, el cementerio donde estaba enterrado su padre, muerto de forma repentina en 1885.

La salida de la iglesia reformada en Nuenen, Van Gogh

La salida de la iglesia reformada en Nuenen (enero 1884), Van Gogh. Foto: Getty.

Para reflejar estas escenas utilizó tanto la técnica del óleo como la acuarela. Sus colores, como en toda esta etapa, son muy apagados, y aunque Vincent justificaba constantemente el uso de esta paleta, Theo le insistía en sus cartas que las obras resultaban oscuras, y se alejaban de los tonos vivos y coloristas que empleaban los impresionistas. A pesar de ello, su gama cromática es muy intensa, y capta a la perfección la atmósfera y la luz de los paisajes representados.

Durante sus años en Amberes, Van Gogh cultivó la idea de realizar vistas de la ciudad de los lugares que habitualmente frecuentaban los turistas y los viajeros, y venderlas como recuerdos, pero su éxito fue muy escaso. A estas obras, que representaban los monumentos medievales de la ciudad, o las orillas del Schelde, las llamaba souvenirs. Son pinturas menos personales, y realizadas con una faceta rápida, aunque con un gran virtuosismo técnico.

Las naturalezas muertas

Buscando siempre nuevos motivos pictóricos, las naturalezas muertas también ocuparon un lugar destacado en su pintura, especialmente en estos primeros años. En estas obras pudo demostrar su dominio del dibujo y una gran maestría técnica a la hora de representar elementos cotidianos como sombreros, jarrones, o vasos. Quizás estas primeras obras sean las únicas en las que no pintó objetos que para él tenían un significado especial, como Tres jarras de cerveza (1884). Aquí los vasos se muestran desde una perspectiva alzada, y con un fondo neutro, evidenciando el conocimiento de los bodegones barrocos, pero con una factura rápida, sin prestar atención a los detalles. Sin embargo, muy pronto abandonó estos modelos, y sus sentimientos quedaron plasmados en los lienzos en forma de cestas de patatas o manzanas, que cultivaban los campesinos con los que tanto se identificaba.

Tres jarras de cerveza, Van Gogh

Tres jarras de cerveza (1884), Van Gogh. Uno de los pocos cuadros en los que los objetos no tienen un sentido especial para él. No están llenos de simbología o misticismo. Foto: Alamy.

De estos primeros años, la obra más intrigante es Naturaleza muerta con Biblia (1885), una obra que para Van Gogh alcanzó un significado muy especial, pues representa unas pasiones enfrentadas. El pintor representó la Biblia que había pertenecido a su padre abierta en un primer plano. La Biblia, encuadernada en piel con refuerzos de cobre en las esquinas, está abierta por el libro de Isaías, y se muestra recia y pulcra, como había sido su padre, y en contraste con otra publicación de menor tamaño y con las tapas gastadas que se encuentra a su lado. Se trata de La joie de vivre (La alegría de vivir), de 1883 de Émile Zola, una de las novelas cumbre de la literatura realista, y de las más repudiadas por su autor. Las dos obras se encuentran al mismo nivel, y a su lado, una vela apagada, que en ningún caso puede interpretarse como un objeto neutral.

El cuadro está realizado con una factura muy rápida, el propio pintor confesó que lo había realizado en un solo día. Se ha interpretado como una declaración de intenciones sobre su deseo de dejar atrás su pasado, en el que la religión había ocupado un papel muy importante, y dedicarse con toda su alma al arte.

Naturaleza muerta con Biblia, Van Gogh

Naturaleza muerta con Biblia (1885), en la que Van Gogh representa la Biblia de su padre y una novela de Zola. La hizo en un solo día. Foto: Alamy.

El despertar del color

Naturaleza muerta con Biblia refleja el final de una etapa en la vida de Van Gogh. En 1886, se trasladó a vivir con su hermano a París, y esto supuso un revulsivo en su carrera artística. Ya conocía las novedades que desarrollan los impresionistas, pero ver estas obras de cerca le conmocionó. Comprobó que las preocupaciones sociales a las que él había dedicado tantas energías habían sido sustituidas por cuestiones como la luz, y la pincelada. Se sintió desconcertado pero, lejos de amedrentarse, se dejó invadir por la atmósfera de Montmartre, se relacionó con los pintores parisinos, y comenzó a tomar clases en una academia. De esta forma descubrió una nueva percepción del color, y los tonos oscuros y ocres que, hasta entonces, habían predominado en su paleta, se tornaron alegres. Comenzaba su faceta más conocida.

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