Por Ulises Toirac ()
La Habana.- En algunos puntos de la Habana (los más «afectados») no se siente ni la mitad de lo que sucede en otras provincias. Seis noches en línea sin luz… y más. Solo de imaginar una recta así (y durante el día la mayor parte sin luz también) me da un down que paraliza.
Ahora mismo me están sonando uno muy sabroso y ni se me ocurre pensar que la estoy pasando muy mal. Allá la están pasando de terror.
Y está sucediendo algo que sin tener el cartelito, es una protesta pasiva: la gente no está enviando a sus hijos a la escuela. En principio es casi imposible luego de noches así, pero el resultado final es… protesta.
Lo otro es que la gente también lo está haciendo con su trabajo. A ver: Ya el tema de los alumbrones de por sí, afecta la economía nacional porque… ¿qué se puede hacer en una fábrica o una oficina sin electricidad? Pero además, la gente (escudándose en la noche de perros y el día de perritos también) está optando por no ir a la pincha.
Las temperaturas de verano ya están aquí. En plena «primavera». Y veo venir una paralización muda, pero generalizada, porque resulta invivible llevar un régimen de 9 o 10 horas de apagón y 2 o 3 de luz. Ni siquiera logra «coger carga» la jama en el frío.
Salir en televisión explicando las «causas» (no las soluciones) en un espacio de centenares de metros cúbicos climatizados e iluminados, no ayuda. Por el contrario.
Los indios no ponían la oreja en una alfombra para que la tierra no los quemara. Ponían la guataca directa al piso. Solo así se puede escuchar el tronar de los caballos viniendo.