SAYLI ALBA ÁLVAREZ
La Habana.- Hoy solo tuve electricidad cuatro horas. El refrigerador ya no retiene el frío. Estoy comprando el plato fuerte diariamente porque se echa a perder, al igual que la leche del niño. En esas cuatro horas escribo y cocino.
Escribo porque yo me gano el dinero escribiendo, pero gane la cantidad que gane, es solo para sobrevivir, así exactamente. Alimentarnos, comer, se ha vuelto una obsesión. Solo pienso en comidas, en lo que comeré hoy y en lo que compraré cuando vuelva a llegarme dinero. Imagino carnes, platos exquisitos y luego compro lo que encuentro y puedo.
Son las doce y cuarenta. Se escuchan las voces de los vecinos, llegan a mí como si vinieran de otro mundo, una lejana pesadilla. Está muy negra la noche. No corre una gota de aire y hay enjambres de mosquitos, me pican las manos y la cara. En el cuarto mi esposo y mi hijo se quejan ( tienen dos ventiladores recargables pequeños, pero es muy fuerte el calor y el cuarto muy cerrado).
Yo estoy en el suelo, les digo que me dejen tranquila, que quiero estar sola, muy sola, que no me llamen más . No compartiré esta angustia con nadie. No entraré a ese cuarto caliente. Es el infierno y me quemo. Hoy he tenido una extraña sensación de cansancio. No lo había sentido. Generalmente tengo genio y trabajo mucho. Atiendo la casa, leo, anoto ideas, hago listados de textos que debo escribir, de tareas pendientes, siembro matas…pero hoy he estado cansada, con mucho sueño y cansancio. Ya son muchos días sin apenas dormir.
Me escriben amigos, incluso pidiéndome que sea positiva, sin embargo, es cuestión de vida, de equilibrio. Yo siempre he sido positiva, dispuesta, he derribado puertas que han sido montañas. Jamás me he detenido, jamás he dejado de soñar, ni de amar, incluso me he reconciliado con personas con las que he cruzado palabras.
No tengo problemas familiares, al contrario, tengo padres jóvenes y fuertes, mis hijos no me dan trabajo y soy la esposa del hombre más lindo y bueno del mundo, también pudiera tener una hermosa profesión porque estudié mucho. Mi vida debiera estar bien … pero no me dejan vivir en paz, ni disfrutar mi estancia y hablo en primera persona, porque es mi historia, aunque sé que es la de muchos.
Se hace necesaria una respuesta urgente, una esperanza para este pueblo que en su gran mayoría perdió la fe y lo perdió todo. Lo último que pudiera pasarnos, es esto que vivimos, que después de tantas penurias y desolación, tampoco podamos dormir.
La solución no puede esperar más. No es cuestión de priorizar principios, ideologías o políticas baratas, es cuestión de garantizar la existencia, porque la ley primera debe ser el culto a la vida, sin ello, nada tiene sentido.