¡GUILLE SÍ TENÍA BEROCOS!

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Por Arnoldo Fernández
Contramaestre.- Murió un día como ayer pero de 2004. Mi escritor cubano favorito durante el Período Especial, el que tuvo berocos y escribió una novelaza: «Matarile», que todos leímos muchas veces, porque en sus páginas decía lo que ninguno de nosotros se atrevía a expresar en voz alta.
La locura, el sexo, lo rural, la emigración, el sistema, todo eso asoma en los diálogos de Toño con su perro Azabache, diálogos que apuntan a lo grotesco, a las máscaras, a lo banal, a lo estúpido, a la doble moral, a los prejuicios, diálogos que muestran el sentido de la amistad cuando es real, el valor de la familia si tiene sólidos horcones.
Matarile es el grito que todos queríamos dar, pero que solo un escritor como Guillermo Vidal Ortiz tuvo güevos de dar. El precio que pagó por hacerlo fue grande, un ostracismo colosal.
Recuerdo una de las visitas de José Soler Puig a Las Tunas y la invitación a Guillermo para que lo acompañara, pero allí no lo querían. Soler Puig pasó por encima de todo eso, porque Guille más que su alumno en el Taller Literario en Santiago era su amigo. Guillermo nunca se bajó los pantalones con los que tenían el poder, fue un hombre infinitamente leal a sus amigos, a la familia, a la vida que eligió vivir sin acartonamiento alguno.
Guillermo Vidal Ortiz, aún me inspira, era tanta su calidad de lo cubano, que me acompañará en sus libros mientras me dure la vida.

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