Por El Estado como tal
La Habana.- En la entrevista con Ignacio Ramonet, en lo referente a lo económico, hubo carencia de autocrítica respecto a decisiones fracasadas, equívocos conceptuales en política macroeconómica, lo ideológico como ardid para esquivar el cambio, y suplantación del dato por la creencia.
El “ordenamiento” es causa importante de lo que ahora se denominan “distorsiones”, pero de eso no se habló a pesar del triunfalismo prematuro de un “ordenamiento” que fue diseñado después de las medidas de Trump y en un contexto de crisis sanitaria.
Sobre el futuro prometido por el “ordenamiento” en el que los trabajadores estatales estarían en una “mejor posición”, nada se dice ahora. Obviamente, la crisis es multifactorial, incluyendo lo externo, pero las decisiones equivocadas de política económica son cruciales.
Convendría revisar al menos dos puntos sobre macroeconomía: el “saco” de acciones que se identifica con un Programa de Estabilización Macroeconómica rebasa el alcance e instrumentos de la política macroeconómica, y no queda claro cómo sería funcional no equilibrar hasta 2030.
En realidad, aunque oficialmente se habla mucho de un Programa de Estabilización Macroeconómica, el proyecto permanece fuera del escrutinio público. Aparece en forma de viñetas en el discurso oficial, pero no se conocen sus detalles ni secuencias.
El argumento de una economía planificada que considera señales del mercado, aun siendo muy general ha sido en otras partes punto de arranque de transformaciones, pero pierde utilidad en Cuba cuando se mezcla con referencias ideologizadas a “economía pura de mercado”.
Muchas críticas a la eficiencia de la economía cubana poco tienen que ver con una concepción “economicista”. Se cuestiona la noción, apoyada en evidencia histórica, de que la planificación centralizada realmente existente pueda proporcionar el “cálculo económico” adecuado.
Es problemático tratar de vender la idea de que las “convicciones” resultantes de “visitas” deben ser aceptadas como evidencias de resultados generales de política económica. La métrica no es el único criterio de resultados, pero si no se mide, todo queda en un discurso.
Hasta hace poco se disponía de indicadores oficiales trimestrales de producción agropecuaria y de comercialización de productos del agro, pero eso desapareció y con ello se fue por el tragante una parte importante del análisis razonado.
Haré un próximo comentario sobre otras partes de la entrevista, incluyendo omisiones y problemas importantes acerca del modelo de inserción internacional de la economía cubana, del sector agropecuario, y de la innovación.