Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- Cuando yo vivía en Cuba, sobre todo durante los últimos cuatro años sufridos allá, era súper americanista y es aquí donde yo me he cubanizado.
En Cuba yo quería parecerme a James Dean y tener la mota de Elvis Presley. Tenía tremenda influencia de Hollywood, del cine, de los artistas, de las películas, y de las revistas Selecciones. Creía que todas las americanas eran como Marilyn Monroe, todos los hombres eran como John Wayne y todos los cowboys eran como Hopalong Cassidy, Tim McCoy y Roy Rogers.
Las parejas eran como Tony Curtis y Doris Day, eran los ganadores de dos guerras mundiales, los que nos ayudaron a emanciparnos de España.
Vivía absolutamente convencido de que todos los norteamericanos eran anticomunistas y que nos ayudarían a liberar a Cuba.
A pesar del embarque de Playa Girón todavía llegué aquí creyendo en John F. Kennedy. Y hoy en día tengo que decirles que he seguido siendo un firme admirador de los Estados Unidos de Norteamérica.
Sin embargo, ahora sé que hasta los norteamericanos buenos y decentes, tienen como prioridad los intereses de Estados Unidos, no los de lograr una Cuba libre.
Sé que esto aquí está lleno de comunistas y tontos útiles. Que Hollywood y la inmensa mayoría de sus estrellas son más rojos que Lenin.
Es aquí donde no ha pasado un solo día sin que yo diga, repita y hasta grite con supremo orgullo: ¡SOY CUBANO!
Sí, adoro a Estados Unidos, pero escribo, añoro y glorifico a la Cuba, donde yo nací y viví, porque lo cierto es que es aquí donde he aprendido el valor de ser CUBANO, y donde mi nacionalidad se ha convertido en el mayor orgullo de mi vida.
Es aquí donde he llegado a la conclusión de que si la reencarnación existiera y volviera a nacer quisiera que fuera en Cuba libre y volver a ser ciento por ciento cubano.