LA HISTORIA DETRÁS DE LA FOTO (XXVIII)

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- A veces las noticias llegan tarde a la redacción de nuestro periódico. Y en otras, apretados por el trabajo de cada día, no tenemos más remedio que dejarlas pasar, para volver por ellas en algún momento, como ocurre esta vez con el título de Doctor Honoris Causa a Esteban Lazo en la Universidad de Matanzas.

Para cualquier persona normal resultaría increíble que a un personaje como Esteban Lazo, casi un discapacitado mental, que ha sacado provecho del color de su piel y de su incondicionalidad con Fidel y Raúl Castro, le vayan a entregar dicho título en una universidad, aunque en Cuba todo es posible.

A mí me tiene que explicar alguien qué hizo el otrora secretario del partido en las provincias de Matanzas, Santiago de Cuba y La Habana para merecer ese galardón, que premia algo importante hecho en la vida por una persona.

Hablando en plata cubana, Lazo descuajaringó, si aún era posible, cada uno de esos lugares por los que pasó. Y después se afincó como presidente de la Asamblea Nacional, una institución que lo que menos hace es legislar y sí convertir todo en política barata, en consignas, en plenarias aburridas y frías, en las que todos piensan igual, y lo expresan en sus votaciones, porque levantar una mano para disentir significa la expulsión automática.

Lazo, con una oratoria limitada, al extremo de que se puede decir que sería el peor orador del mundo, sino existieran otros en Cuba con los cuales competir por ese «honor», es una mancha en la política de cualquier país, lo mismo que sus tutores, los hermanos Castro, o el resto de los dirigentes cubanos actuales.

Pero la mancha es mayor para la Universidad de Matanzas, que se plegó al pedido del partido Comunista para que galardonaran al que alguna vez fue una vez un guajirito humilde de Jovellanos, y luego se convirtió en un puntal del castrismo, un individuo sin escrúpulos que no miró para atrás a la hora de la cruzada contra el pueblo.

Para él ha sido muy fácil «resistir», porque desde su mansión habanera, una de las más grandes que tienen los dirigentes del castrismo, con todo garantizado, desde comidas abundantes hasta caras y exquisitas bebidas, todo resulta más llevadero.

El Honoris Causa tal vez tenga que ver con alguna enfermedad, porque se le ha visto más delgado últimamente, pero este no debería irse sin responder antes ante los tribunales cubanos, y ser juzgado por crímenes contra el pueblo.

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