Por Luis Rodríguez Pérez ()
Quivicán.- El hijo menor de Angélica Garrido creó un juego de mesa maravilloso. No es como el Monopolio, ni se parece. Hay cartas, sí, y tarjetas, fichas y un descomunal tablero. Pero trata sobre contiendas legendarias contra antiguos monstruos, contra males y hechizos y contra ellos mismos.
Hay magos, castillos, páramos en neblina y montañas misteriosas. Todos los días vienen sus amigos a jugar; cuando llegan, hasta mi nieto, de nueve años, suelta el móvil con desdén (el mío, el que siempre le presto) y grita con arrebato: «Yo quiero jugar, yo quiero jugar». Doce partidas necesitó para perfeccionar las reglas.
Una vez, me acerqué a la mesa donde jugaban y les pregunté:
– ¿Caballero, por qué no usaron bohíos abandonados de donde brotan lamentos; güijes diabólicos, cementerios en los campos, la terrible mirada de la Madre del agua y su lengua bífida, los colmillos del, «tata, mira mis dientes»; el Resbaloso, de las escuelas al campo; las posesiones malditas de antiguos esclavos; el refugio en el bodegón del gallego; la sabiduría del chino emigrado; la trocha española; el guajiro valiente y el chivato acobardado; la desolación de los huracanes; la luz fantasmal que persigue en los caminos nocturnos y los nidos de piratas?
Se burlaron.

Como no conocen, el respeto sagrado a doctores y maestros que lo sabían todo. Como no conocen de una pesca decente en cualquier orilla, de cualquier lago o mar. Como no conocen, el tasajo, el bacalao, el jamón pierna, el queso o el calamar. Como no conocen, las mandarinas y las toronja y la Guayabita del Pinar. Como no conocen las celebraciones de las bodas, de los quince y de las visitas maravillosas de parientes sin tener que calcular. Como no conocen qué es una rana toro, ni una mariposa. Y más… y más…
¿Saben lo que me dijo uno de los muchachos que jugaba, cuando les mencioné lo de los bohíos, los brujos esclavos y los piratas?
-Coño, Luisi, eso me suena a muela Comunista.
¡Ay, Cuba! ¡Ay! ¿Dónde estás? Antes, vivías en el Caribe. ¡Tendremos que recoger tus semillas por medio mundo, y volverte a SEMBRAR!