CUBA, ENTRE LA POBREZA Y LOS EXTREMOS

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFECUBA, ENTRE LA POBREZA Y LOS EXTREMOS

Por Jorge Sotero

La Habana.- Ya hace calor en Cuba y también hay muchos mosquitos, lo que obliga a dormir con las ventanas cerradas y hasta con mosquitero, porque el dengue se está llevando a los más viejos y hasta a los que no lo son tanto. No se puede poner ventilador, porque no hay corriente. Los apagones son cada vez más largos y más frecuentes, a veces no dan tiempo ni a cocinar.

Las calles permanecen desiertas y hay colas enormes en los bancos desde antes de amanecer. Las colas más largas son en los bancos, porque la gente quiere sacar el poco dinero que tiene en sus cuentas y no sabe cómo hacerlo. Los bancos no tienen dinero y los cajeros no funcionan. Y cuando se va la corriente, los bancos también cierran y dejan fuera, esperando, a todos los que esperaban, sin importarle a nadie las horas invertidas en la espera.

Crisis en Cuba: el efectivo está perdido | ADN CubaCualquier forastero pensará que los cubanos tenemos mucho dinero. Pero los extranjeros son cada vez menos, porque ya nadie quiere venir a este país. Aunque el gobierno insista con los rusos, los chinos y los canadienses, los turistas no son bobos y saben que los hoteles de Cuba no se pueden comparar con otros del Caribe.

Y si un extranjero va a una tienda en MLC, capaz de que se infarte. Un simple jabón de baño, de esos cubanos sin olor y que hacen poca espuma, vale 1.30 en MLC. Como si fuera un Palmolive en un mercado en Miami, o un Dove en el Distrito Federal. Tan caros como si los comprara en una tienda de lujo en París, o en Viena.

El aceite que venden en Cuba está entre los peores del mundo y de los más caros. Es algo así como si cada cubano pagara el pasaje de un funcionario de Comercio Exterior para que este le traiga de un país cualquiera el aceite del año. Y si se les ocurre vender algún tipo de enlatado o embutido, mejor pasar de largo.

La Habana le sigue haciendo fuerza a Dubái con los precios de los cárnicos  en las tiendas en MLCEn Matanzas, por ejemplo, ayer vendían en las tiendas dos kilogramos de jamón vulgar -dijo vulgar, porque es uno cualquiera, no un Pata Negra ni nada de eso- en 14 MLC. Y 14 MLC, a 300 pesos, como estaba ayer, son cuatro mil 200 dólares, el salario de un maestro, casi el de un médico, un tercio del de un oficial de las Fuerzas Armadas, y la mitad del de un policía, pero es casi tres veces lo que cobra un jubilado para un mes.

No hay transporte en Cuba. A mi vecino se le murió su único tío en Ranchuelo hace tres días y no encontró cómo ir. En la terminal de ómnibus hay autos en espera de pasajeros, pero un viaje a Ranchuelo puede costar lo que un salario de tres o cuatro meses. Y es solo Ranchuelo, que está a unos 240 kilómetros de La Habana.

Tampoco hay combustible. No hay para el transporte, ni para generar electricidad, pero si hay para que los dirigentes anden para arriba y para abajo en sus autos. O para que el presidente encuentre siempre un motivo para viajar a algún país, a pedir limosnas o a rendir pleitesías. Y va en un avión grande, con un séquito enorme, que incluye, por supuesto, a su esposa, al hijastro escolta, a 40 guardaespaldas más, y médicos, pantristas, encargados de la ropa, periodistas y hasta peluqueros. Sí que se da la buena vida el presidente. ¿Quién se lo iba a decir?

El Gobierno cubano promociona una aplicación para localizar el transporte  público en un país sin guaguas | DIARIO DE CUBAMientras, florecen algunas mipymes. Algunas en provincia sobreviven comprando a las grandes de La Habana, controladas por el entorno cercano a los Castro, y por el generalato, sobre todo por los históricos que aún sobreviven, y que han hecho todo lo posible por acomodar a sus familias, hasta la sexta generación, incluso. No importó que lo ocultaran durante más de medio siglo, porque la gente, poco a poco, se va enterando.

Aún así, aún sabiendo que el castrismo siempre fue una mentira, el viejo Rigoberto, un octogenario que dice que peleó en Girón con 18 años, sale desde hace días con su pantalón verde y su camisa azul, la misma ropa que usaron las Milicias de tropas Territoriales (MTT) en los años 80. Solo que ahora se le cae encima, porque Rigo está más flaco que nunca.

Hace unos días me dijo que el naranjo del patio se estaba secando, y le dije que cómo no se iba a secar, si él y la esposa se habían tomado todas las hojas en infusiones. Porque ni eso se pueden comprar con las míseras pensiones de cuatro mil pesos que cobran entre ambos. Sin embargo, la pareja de ancianos, cuyos hijos y nietos ni se acuerdan de ellos y viven su vida por Europa, sigue creyendo ciegamente que Fidel Castro fue un dios, y que en sus tiempos estás cosas no pasaban.

Rigo tiene orgullo. Se pasa la mayor parte del mes sin dinero, pero no pide. Después que la situación empeoró abruptamente, y mucho más de lo que estaba, dejó de fumar. Me dijo que el médico se lo había prohibido, y que a Luisa, la esposa, el médico también le había dicho que cero carnes, porque era malo para su diabetes. Y ahí están super delgados ambos, a veces con malos olores, el rostro desencajado y la mirada perdida.

Comiendo desechos, mendigando y deprimidos: así viven miles de ancianos  cubanos hoy | DIARIO DE CUBAEllos también son víctimas. El daño antropológico del castrismo los ha castigado, como al resto de los cubanos, la mayoría de los cuales quisiera irse, aunque los que tienen más de 60 años, si les preguntas, prefieren decir que solo quieren que se vayan sus hijos, porque empezar de nuevo no es cosa de viejos.

Ayer, cuando salí de la oficina de Etecsa, a donde fui a pagar el Nauta, un anciano me pidió unas monedas. Juro que desde hace años no veo una. Metí la mano en el bolsillo y le di 100 pesos, pero me quedé pensando en qué se podía comprar con cien pesos. Lo vi alejarse y lo seguí. Al doblar la esquina, se acercó a una cafetería de esas que ya no tienen mucho que vender y pidió un café. Lo pidió sin azúcar, pero la tenía incluida. Le di otros 100 pesos y me fui.

Ese hombre podía ser mi padre. O mi abuelo. Sentí una apretazón enorme en el pecho mientras caminaba. Y otra vez me maldije por dedicarme solo a escribir sobre la situación de Cuba y no hacer nada por cambiarla. Nada grande, quiero decir.

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