Por Jorge Menéndez ()
Cabrils.- Estados Unidos debería revisar su política internacional, basada en sanciones, chantajes, y en su potencial económico. Ya no es Washington la única potencia económica que puede dictar lo que deben de hacer países con menos potencial.
El mundo ha evolucionado, se han creado nuevas asociaciones económicas, basadas en intereses muy distintos a los de hace 20 años. Existe un rechazo mayoritario a las políticas de sanciones, como por ejemplo en los países BRICS, donde se agrupan las economías emergentes con un PIB descomunal.
La guerra de Ucrania ha despertado la política del chantaje y de sanciones con respecto a Rusia. Ya se han aplicado más de 10 paquetes de sanciones en contra de Moscú, promovidos por Estados Unidos y La Unión Europea. Sancionan el petróleo, el gas, los cereales, los fertilizantes, los bancos, las tierras raras… con el fin de ahogar a la economía rusa.
Los resultados son los siguientes: la economía rusa crece a niveles nunca vistos, hasta un 3.4 por ciento, certificado por el FMI y el Banco Mundial. Mientras, Estados Unidos y, sobre todo, Europa sigue comprando el gas y el petróleo ruso a través de traiders chinos e indios, que ahora le compran a Moscú el mismo combustible, pero más caro.
Las tierras raras, utilizadas en aeronáutica, también se la siguen comprando, pues ni Boeing ni Airbus pueden prescindir de estos minerales raros para hacer sus aleaciones.
El uranio enriquecido ruso hoy es el combustible de las plantas nucleares europeas y estadounidenses.
Ahora, en plena primavera, las compras a Rusia de los fertilizantes nitrogenados han aumentado mas de un 70 por ciento. Simplemente es el mayor y más competitivo productor mundial y hay que asegurar las cosechas. Todo esto ilustra lo perverso de estas medidas y la hipocresía de Occidente: te bloqueo, pero si lo necesito te compro.
Esta es la razón por la que Rusia crece como nunca.
De hecho, esta guerra de Ucrania y la posición occidental ha lanzado a Rusia a los brazos de India y China, sus históricos aliados, y beneficiarios principales de esta historia.
Ahora, el Secretario de Estado, Anthony Blinken, en su viaje a China, pretende que Beijing cambie de lado e imponga sanciones a Rusia.
Es evidente que esto no sucederá. De hecho, para mayo, Vladímir Putin planea viajar a China. Las economías de estos dos países durante años han tenido una interrelación complementaria y de facto es totalmente incoherente pretender lo que quiere el señor Blinken, porque no tiene sentido económico y mucho menos político.
Washington se equivoca nuevamente al decir que si China no rompe con Rusia, también comenzarán a aprobar paquetes de sanciones contra Beijing. Parece que no sacan las debidas conclusiones de lo que ha sucedido con Rusia.
Mucho me temo que vamos hacia un pantano del que no podremos salir.
