LA «COCINERA» CUBANA (en el exilio)

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Por Esteban Fernandez Roig Jr.
Miami.- La mujer cubana cocina súper bien, pero aclara molesta: «¡Yo no soy la cocinera de esta casa, y mucho menos la criada de nadie!»
Eso queda total y absolutamente claro para los hombres cubanos; porque nos lo dijeron nuestras madres prácticamente desde que vinimos al mundo y nos lo sabemos de memoria.
Lo segundo que aprendemos los cubanos es que después de hecha y servida los comida ¡se acabó la democracia y la libertad de expresión en nuestros hogares! Durante la hora que dura la comida vivimos en una zozobra donde no se puede criticar absolutamente nada.
Es «una intimidación» porque no se pueden decir cosas como: «Esto está muy salado o esto te quedó desabrido, o se te fue la mano en el condimento”.
Y lo más lindo del caso es que la cubana nos tienta a «expresar libremente nuestros pensamientos» cada cinco minutos y nos pregunta: «¿Qué tal me quedó eso, te gusta?».
Y, desde luego, ya los hombres sabemos que «la autocracia culinaria» sólo nos permite tres palabras: «¡Esto está riquísimo!».
Cuando la ama de casa cubana llegó de nuestra Patria, se mantuvo firme en la increíble costumbre de cocinar tres veces al día. Pero al correr de los años, poco a poco se ha ido quitando esa carga de encima.
En su beneficio ha surgido la creencia generalizada de que «todo hace daño», y después vino aquello de que «todo el mundo quiere estar a dieta».
Entre aquello de que «todo es dañino y lo otro engorda mucho», la escasez de tiempo, porque muchas veces ella trabaja en la calle a la par que su esposo, el marido comiendo «lunch» fuera, la excusa de que «ya los muchachos no paran en la casa» y el respaldo absoluto que recibe del restaurante Islas Canarias, Burger King, Domino’s Pizza, El Palacio de los Jugos, la cantina de El Rinconcito y más restaurantes cubanos abriendo en todas partes cada día, la cocinera cubana va camino acelerado a la extinción.
Y los cubanos contentos porque están saliendo del «terror de las horas del desayuno, almuerzo y cena», y cuando comen fuera se pueden dar el lujo de ¡hasta devolverle la comida al mesero si no les gusta!
Y encima de eso, tienen la oportunidad de congraciarse con la esposa y decirle: «¡Tú cocinas mejor que esta gente, mi amor!».

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