UN “MOJÓN” MUY ATREVIDO

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Por Esteban Fernández Roig jr.
Miami.- Tenía 10 años, el martes 22 de abril de 1954, y nos mudamos (en contra de mi voluntad) al bello pueblo de San José de las Lajas.
Todo era mejor en San José. Ese acogedor poblado no tenía nada que envidiarle al mío, porque Gonzalo García-Pedroso había convertido a San José en un emporio de riquezas, con fábricas y centros de trabajos por doquier. Y le pagaba a mi padre un generoso sueldo.
Era precisamente Gonzalito quien le había dado un alto puesto a mi padre; la casa a donde permutamos era muchísimo mejor que la de Pinillos, pasamos del televisor Zenith de 17 pulgadas a tener un bello Admiral de 21 pulgadas.
Papi hizo muchos conocidos, y su eterno amigo Panchito Fernández (padre de Barbarita y Magda Josefa Fernández Delgado) nos visitaba constantemente.
Me pusieron en el colegio Laico de Dionisio Orama, que nada tenía que envidiarle al Colegio Americanos. Inmediatamente hice amiguitos: Florencia, Hugo, Eneida, Cassini.
En mi casa todos ignoraban mis pedidos de regresar, mi majomia, mis quejas, mis lágrimas. Y un día me llené de valor y -sin apenas levantar tres pies del piso -me fui a la parada de la guagua, me monté en la Ruta 33 y regresé a Güines.
Me bajé en la Esquina de Tejas, caminé hasta el “Pasaje Angulo”, y le toqué en la puerta de mi sorprendida tía “Chacha”…
Esa atrevida travesía la hice cuatro o cinco veces más, hasta que mi padre fue a despedirse de Gonzalo García Pedroso.
Este le dijo: “¿Qué pasa Esteban, no te gusta el trabajo, buscas un aumento de sueldo?”.
El viejo le respondió: “Nada de eso señor Gonzalito, lo que pasa es que mi hijo es un MOJÓN MUY ATREVIDO y me está agitando queriendo regresar a Güines”.
Mi complaciente procreador llegó a la casa de la calle Martí, y me dijo: “Contra, está bien, ganaste, regresamos a Güines, y por favor, allá les explicas a los garroteros que aún no tengo con que pagarles la usura”. Y nos reímos.
Radiante de alegría pregunté: “¿Pa’donde? Y me dijo: “Mi amigo René Basaco se está mudando, viviremos en la avenida Juan Rodriquez 7305, en el Residencial Mayabeque, cerquita de tus amigos, El chino Fito Wilfredo Munoz, José Raúl Montes, y la hija de Juanito Domínguez Raquel Ana Bezanilla
Y antes de dos horas yo tenía todos mis tarecos metidos en dos cajas, me fui al portal y culilloso me senté a esperar el regreso a (como la llamara Pedrito Regalado) La Villa de Maravillas.

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