Por Manuel Viera ()
La Habana.- El día de ayer fue muy complicado, pero muy hermoso. Se me ocurrió preguntar al policía del punto de control de la salida de Trinidad cómo llegar a El Nicho y me dijo que me fuera por Topes de Collantes cuando por la carretera a Cienfuegos era muy sencillo llegar.
Topes es lo más bello que he visto en mi vida, el clima es muy diferente, la vegetación también. Me asombró mucho ver edificios y hoteles luego de haber subido 20 kmts de montañas.
Abundan las frutas, los dulces caseros de chocolate y las personas son muy amables.
Fue una proeza para ‘palmiche’ pues nos perdimos más de una vez y terminamos haciendo unos 200 kilómetros, subiendo y bajando las montañas más grandes en las que he conducido en mi vida. Más de una vez me tocó parar para esperar que refrescaran los frenos que no dejaban de producir humo.
Parecía que ‘palmiche’ se iba incendiando pero como buen caballo mambí nunca protestó. Al llegar al cruce de los Cuatro vientos descubrimos que el policía estaba desinformado y que el camino de allí a El Nicho nunca se había terminado y que era inaccesible para autos de paseo.
Incluso, aunque parezca increíble, los turistas deben dejar allí sus autos y micros y abordar unos camiones militares gigantescos. Entonces nos tocaba bajar por la sierrita a Cumanayagua, unos 40 kilómetros de montaña y otros 18 desde Cumanayagua a El Nicho, todo cuando pensábamos que habíamos llegado.
De cualquier forma, más allá del susto, de haber sentido más de una vez que traía mis genitales atorados a la altura del cuello… la experiencia de atravezar el Escambray desde Trinidad es única e inolvidable.