ARTE, SIEMPRE SUBVERSIVO

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFEARTE, SIEMPRE SUBVERSIVO

Por Yoel Arias Hernández ()

La Habana.- Confieso que iba a titularlo «Literatura, siempre subversiva» pero sería reducir demasiado el tema pues todas las artes aportan su granito.

Hace unos meses había publicado las pocas revistas Sputnik, que aun conservamos en casa, con el comentario: «literatura subversiva de los 80». Eso me dio una idea para un texto, pero no nació hasta ahora y de lo que me alegro.

Cualquier obra de arte, bien hecha, una vez que haya salido de las manos de su creador y dada al mundo nos hará pensar, despertará sentimientos y nos moverá a algo. Ese es el elemento que convierte cualquier obra en algo subversivo. No hay nada más peligroso para el poder que la gente que piensa. Los autómatas de carne y hueso que solo repiten comandos bien aprendidos y actúan sin voluntad propia nunca serán capaces de apreciar el arte como tal.

El efecto es más notable en la literatura y las artes escénicas. Claro que toda puesta en escena fue, en un primer momento, un texto. Un filme o una obra de teatro por muy experimental que estos sean nació en un papel primero.

Decía que fue muy propicio que me tomara mi tiempo para escribir esto porque puedo incluir ahora experiencias que tienen una distancia en el tiempo y que tributaron a las mismas reacciones.

Algo tan diferente como Fundación y Shogún, dos series, una de ciencia ficción y la otra un retrato novelado de un periodo de la historia japonesa. En ambas hallé elementos para corroborar que «el poder» le teme a la mera existencia del pensamiento libre pues llegará a oponérsele, cual ley universal, en cualquier momento.

La serie de novelas, del gran Issac Asimov, Fundación, nos cuenta las peripecias de un científico en un imperio galáctico al que se le ocurrió una teoría, luego ciencia, capaz de determinar futuros muy probables para una masa grande de población, como lo era aquel imperio.

La predicción obtenida, fruto de un trabajo científico minucioso, daba por seguro el fin del Imperio y la subsiguiente era de caos vinculada a la caída de este. Era de suponer la reacción del gobernante, declarar al científico y su nueva ciencia, la psicohistoria, como los peores enemigos. De nada valieron los razonamientos y comparaciones históricas para situaciones semejantes durante largos períodos.

Los análisis dialécticos, Asimov no menciona el término, pero a uno se le hace más que evidente, hechos por el equipo del científico lo demuestran pero el poder no puede aceptar que le canten aquel ITÁ en su cara, aun cuando ni siquiera estaba predicho para la suya ni la siguiente generación.

Las semejanzas con nuestra situación actual me dejaron muy sorprendido, casi era un calco. «La realidad siempre supera a la ficción», dijo alguien y es una verdad como un templo. La obra nos narra lo mismo que hemos estado viviendo. Científicos sociales y económicos, personas de la más alta calificación han estado alertando del rumbo errado elegido y han llamado a corregirlo. Sucedió cuando la tarea Ordenamiento, cuando la Bancarización y en cada decisión mal tomada y siempre han sido ignorados y además tildados de los peores términos peyorativos.

En la misma posición de Hary Seldon, protagonista de Fundación, estamos todos los que, aún sin ser científicos, hemos levantado nuestra voz para cuestionar lo decidido por otro pero que pone en riesgo nuestra situación económica y social, ni que decir política.

Recientemente supe de un debate académico que tuvo lugar en nuestro país, aupado por el propio gobierno, resultado del llamado de este a la comunidad científica a pensar el futuro de nuestro país. Los resultados puede que no sean idénticos a la trama de Asimov, pero se parecen mucho. No bien se publicaron los criterios del panel comenzó el debate, caracterizado por el ataque a las posiciones que no defendían a pie juntillas el discurso oficialista.

Todo lo muy científicamente pensado que osase dar ideas contrarias al continuismo estaba siendo furibundamente atacado por el bando extremista conservador. No había dicho que todos los panelistas tenían posiciones de IZQUIERDA política, lo dejo claro ahora. No era un debate con la diáspora ni con enviados de otro sistema político.

En lo que supera nuestra trama a la de ciencia ficción es en que son hechos reales y que los análisis fueron el resultado de una solicitud gubernamental.

En ambos casos, ficción y realidad, el poder optó por atacar al mensajero cuando debió tomar las alertas y críticas para guiar sus próximos pasos buscando eliminar las causas de su destrucción.

Es una letanía lo de vincular las ciencias al desarrollo del país y que termine siendo solo otra consigna.

El otro caso es más sórdido que el anterior. Este me recordó muy sensiblemente al caso del periodista y humorista Jorge Fernández Era. Sobre todo, el capítulo donde las fuerzas represivas intentan usar a su hijo para que lo conmine a dejar su activismo cívico. La peor parte se la ha llevado el chico pues cumple condena de prisión y por no prestarse para el trabajo sucio le han movido a otra institución carcelaria de peores condiciones y mucho más lejos. Claro que Era también sufre pues no puede hacer más que denunciar la actuación de las autoridades en detrimento de su hijo.

En la serie Shogún no es un padre si no una madre, Maricosama, la que sufre el chantaje. Su propio hijo le exige que deponga la actitud digna que defiende y se haga a un lado para que el otro bando triunfe. Ella se niega y sufre al escuchar a su hijo: «ya no seré tu hijo». Triste esta escena y cuan semejante a la otra de la realidad. Sin embargo, la actitud de la sirvienta de Togunaga consigue desenmascarar los dobleces del mandamás y exponer el verdadero cinismo de sus maquinaciones.

Exponiéndose y sacrificándose es como se logra hacer la diferencia y no aceptando servilmente indignas posiciones. Ya sea un científico, un humorista o un personaje de una obra célebre el mensaje es el mismo: ser fieles a lo que se profesa y no marionetas del poder. El arte nos seguirá inspirando siempre, esa parte subversiva continuará motivando a unos y atemorizando a otros.

(Para Alina, Jorge y todos los que piensan a contracorriente)

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